Argentina López tenía 22 años cuando fue detenida por quienes sembraron terror entre los y las riojanas durante los años ’70. Contrariamente a lo que se cree, La Rioja fue una provincia muy castigada por la dictadura militar.
López recordó que “1.500 riojanos vivieron la cárcel de la dictadura. Una crisis en la que muchos tuvieron que exiliarse”.
Dijo en ese sentido que todavía existen dos desapariciones en la provincia, la de “Tuco” Minué y Roberto Díaz Oviedo, y la del conscripto Alberto Ledo, en Tucumán.
“El resto de los desaparecidos, desaparecieron en otras provincias donde estaban estudiando o trabajando, porque la represión en La Rioja como en todo el país comenzó antes del ‘76. En el ‘75 con el gobierno de Isabel fueron encarcelados un grupo de compañeros y compañeras, y luego, fueron trasladados al Instituto de Rehabilitación Social”, relató.
Y analizó: “¿Por qué tanto ensañamiento?”, refiriendo que “la llegada en 1968 a la provincia de Monseñor Angelelli que venía con un mensaje liberador, donde la mujer y el hombre eran sujetos sociales que podían transformar la realidad, produjo un cambio cualitativo en la iglesia y en su gente”.
“Y por otro lado, la presencia del diario El Independiente que tenía mucho para decir y la valentía para hacerlo. Es importante preguntarnos por qué el terrorismo hizo desaparecer 30 mil hombres y mujeres; la respuesta está en que luchábamos por un mundo mejor, una sociedad más justa y poder cambiar la matriz productiva que no es nada más y nada menos, que una mejor distribución de las riquezas”, afirmó.
Argentina sostuvo que la dictadura buscaba “quitar la identidad, que no quedaran vestigios”. “Con las desapariciones querían borrar la identidad, que nadie preguntara qué pasó con su compañero de banco en las escuelas, que nadie se acuerde de ellos y no pregunten qué hacían ni dónde estaban”, reflexionó.
“El pueblo argentino tiene memoria, y si bien en cierto hubo momentos de lucha, el pueblo argentino mantiene su dignidad”, valoró.

De centro de torturas a sitio de la memoria

A los 22 años fue detenida el 16 de febrero de 1976, un mes antes del Golpe Militar. Las detenciones eran en un clima de hostilidad, con gran cantidad de uniformados que entraban a las casas sin orden de allanamiento: “Todo lo desparramaban. Me detienen en la casa paterna y me llevan a la policía federal donde sufrí torturas, y hoy es un espacio de la memoria”.
Argentina estuvo detenida en las instalaciones del exedificio de la Policía Federal, que fue reconocido y puesto en valor por el Gobierno de la Provincia como Sitio de la Memoria. “Allí me tuvieron 12 días con interrogatorios y luego fui trasladada al Instituto de Rehabilitación Social donde había otras compañeras que fueron detenidas”, rememoró la mujer.
“Estaba en ese lugar cuando se produce el golpe, y ya los militares en noviembre del ‘75 se habían hecho cargo de las cárceles, donde irrumpen violentamente por la noche, la madrugada, violentando junto a Gendarmería”, dijo, recapitulando los años del horror.
Sobre la detención de mujeres, indicó que “en La Rioja no estábamos en celdas que estaban ocupadas por presos políticos y por presos especiales que estaban en otro lugar. A las mujeres nos pusieron en oficinas que ellos tenían y había dos habitaciones, como una especie de comedor, una cocina y dos habitaciones, yo estaba sola e incomunicada en una habitación cuando irrumpen con linternas para sembrar el terror”.
“Desde ese momento la cárcel se transforma en un centro clandestino de detención, donde la tortura era día y noche, no había descanso”, evocó.
Recordó que fue entonces que los militares “habilitaron el lugar donde los presos trabajaban la madera y fue convertido en un galpón de torturas”.
Argentina, que pasaba sus días en la oscuridad de la celda junto a sus compañeras de lucha, contó que el instituto donde estaba alojada “se comenzó a llenar de gente, y veíamos que se hizo una pequeña rajadura en una ventana. Habíamos sacado un poquito de pintura y veíamos como las estancieras en la cárcel Peñaloza acarreaban a los compañeros y los llevaban a esos galpones”. “La situación más espantosa fue en la cárcel de La Rioja”, aseguró.
La mujer pasó sus días en las celdas de La Rioja hasta el 8 de octubre de 1976 cuando fue trasladada a la cárcel de Devoto, “vendadas, amarradas al piso, vivimos cuestiones difíciles, (…) hasta fuimos orinadas encima”. “Nos llevaron a la cárcel de Devoto que concentró a todas las mujeres legalizadas en el país, es decir, que nuestras familias sabían dónde estábamos. Muchos compañeros no salieron nunca más”.
“El desarraigo nos dolía mucho porque estábamos muy lejos de las familias, sin comunicación alguna con el exterior. En Devoto, debimos empezar a comprobar vínculos y las familias, comenzaron a enterarse donde estábamos y visitarnos”, expuso.

Querían tener una cárcel para mostrar

“La idea era que tengan una cárcel para mostrar ante las innumerables denuncias de la gente que iba saliendo al exterior ante los organismos de derechos humanos”, aseguró López.
“Ellos tenían un plan de aniquilamiento físico y psíquico, con pésimas condiciones de vida en celdas de a cuatro, con letrinas en la misma celda. Allí pasábamos la mayor parte del tiempo, porque teníamos dos horas de recreo interno y una hora de recreo en el patio, si las condiciones lo permitían”, agregó y remarcó: “Pero resistimos”.
“La solidaridad tomó un papel fundamental entre nosotras. En ese aspecto, nos permitió ir buscando distintas estrategias para sobrevivir. La cárcel tenía un universo de mujeres desde los 14 a los 70 años, con distinta formación”, destacó.
Y subrayó: “El terrorismo de Estado atravesó a toda la sociedad, no es que fue a combatir las organizaciones armadas sino que nos atravesó a toda la sociedad con el objetivo de apropiarse e implementar un plan económico del que hasta hoy sufrimos las consecuencias”.
“No podíamos cantar, ni reírnos, ni hacer actividades manuales, pero en esto se basó, en cambiar, y siempre lo hacíamos con una compañera de campana, y nos turnábamos; a la mañana muy temprano, y hacíamos gimnasia, estudiábamos, y una compañera que sabía historia enseñaba historia, y quien sabía de política internacional lo enseñaba a las demás”, relató sobre la incansable lucha contra el horror.

El 24 de marzo hoy

“Pensar el 24 de marzo hoy es reflexionar por lo mismo que pusieron el cuerpo los 30 mil desaparecidos, los miles de presos políticos que lucharon por un mundo mejor, una sociedad más justa y un cambio en la matriz productiva”, reflexionó López.
Aseguró que, hoy por hoy, “son las mismas luchas que lleva adelante la clase trabajadora por un mejor salario, la lucha contra el monopolio, es la lucha contra las grandes empresas comunicacionales, contra el poder judicial que en vez de proteger, se alían al poder concentrado, y esto es un calco de lo que pasaba en la dictadura, este poder judicial fue partícipe necesario armando causas, negándose a recibir testimonios de torturas y en nuestra provincia tenemos al exjuez Catalán condenado por su participación”.
“La lucha por la memoria, la verdad y la justicia la hacemos presente en la lucha por los pueblos originarios, por un medio ambiente saludable, contra la violencia de género, la persecución política y las proscripciones. Por eso queremos la libertad de Milagro Sala y la no proscripción a Cristina. Defendemos esta democracia que cumple 40 años y que costó tanta sangre y lucha, y hoy se encuentra debilitada por quienes quieren un país para pocos”, subrayó.
“Aseguró en tanto que quienes persiguen y atentan contra la figura de Cristina, “son los mismos que proscribieron al peronismo”. “La conciencia de memoria, verdad y justicia es un hecho fundamental”, finalizó.

By omalarc

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