El Presidente resaltó que la oposición no tiene en cuenta “el compromiso con la gente”. “Vayan y miren lo que hicieron con la salud y la educación”, indicó, al trazar las diferencias entre el gobierno macrista y el suyo. “¿De qué República hablan los que armaron mesas judiciales?”, preguntó por su parte la vicepresidenta.
Por Melisa Molina para Página 12
En el último acto de gestión del Gobierno antes de las elecciones, el Frente de Todos dejó una fuerte imagen de unidad con la presencia de los principales referentes de todas las “tribus” que integran el espacio: el Presidente Alberto Fernández, la vicepresidenta Cristina Kirchner, el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof y el jefe del bloque en Diputados, Máximo Kirchner. La tarde soleada en Isla Maciel –en la que se entregó la casa número 20 mil desde que asumió el FdT– estuvo marcada por una liturgia fundamental para el peronismo y que, por la pandemia, no había ocurrido hasta el momento en la campaña: una gran participación popular. “En este año y medio dejé todo de mí y los dos años que vienen voy a poner todo por Argentina”, aseguró el Presidente que, además, recibió un fuerte respaldo de la vicepresidenta. Antes de mirarlo a los ojos, chocarle los puños y pasarle el micrófono, Cristina le dijo: “tranquilo. Poné orden en lo que tengas que poner orden, no te enojes, ni te pongas nervioso y metele para adelante”.
Cerca de las tres de la tarde las callecitas de Isla Maciel se llenaron de sus vecinos que caminaban a la par de la ribera del Riachuelo para dirigirse al predio en el que iban a hablar el Presidente, la vicepresidenta y las principales figuras del oficialismo. Todos querían acompañar a Fernández, que en los últimos días estuvo en el centro de las críticas por la foto de la reunión en la Quinta de Olivos durante la cuarentena. En su discurso, Cristina no esquivó el tema: “Alberto, no te enojes ni te pongas nervioso, porque cuando uno es Presidente en nombre de una fuerza nacional y popular los errores se magnifican y se exacerban para indignar”. En contraposición, subrayó que los medios que atacan al Gobierno, “han ocultado descaradamente y ostensiblemente la entrega de un país, el endeudamiento sin límites”.
Los funcionarios llegaron al escenario en grupo caminando entre las casas que habían sido abandonadas por el macrismo, mientras un grupo de obreros con cascos amarillos, los aplaudía. Entre los vecinos que se acercaban al predio, algunos agitaban banderas de distintas agrupaciones con la cara de Evita o del Che, otros caminaban con sus hijos de la mano y algunos hasta con muletas y sillas de rueda. Nadie se quería perder la entrega de las casas, de ver a sus vecinos con las llaves en mano y de sacarse una selfie con Cristina, Alberto o con Axel.
El acto condensó el espíritu que el FdT quiere imprimirle a la campaña: unidad y mostrar la gestión en políticas concretas para los más humildes, al tiempo que se cuestiona el abandono del Estado por parte del gobierno anterior. Sobre las casas que estaba entregando, el mandatario contó que, tal como ocurrió con las viviendas de Isla Maciel, hubo miles de casas que no fueron terminadas por el gobierno de Macri. “Se trató de una decisión política miserable para que la gente no recuerde que Cristina les dejó una casa”, explicó.
La vicepresidenta llegó temprano y aprovechó para ir a conocer el interior de las nuevas viviendas y conversar con las personas. Luego, fue llegando el resto de los dirigentes de gran peso político entre los que estuvieron el Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, los ministros del Interior, Wado de Pedro; de Economía, Martín Guzmán y de Justicia, Martín Soria. También estuvieron precandidatos a Diputados como Victoria Tolosa Paz, Daniel Gollan, Leopoldo Moreau y Daniel Arroyo, e intendentes como Fernando Espinoza (La Matanza) y Mayra Mendoza (Quilmes), entre otros. Antes de que comience el acto, el ambiente era festivo y quienes llegaban se saludaban efusivamente. Ese fue el caso del senador Oscar Parrilli, que hizo un gran saludo a Espinoza, o el de De Pedro y Cafiero que, muy cercanos, conversaban por lo bajo y se reían. Sobre el escenario también comentaban cosas entre ellos Toloza Paz y Gollan, a los que Alberto les dedicó unas palabras durante su alocución.
Del otro lado de las vallas había muchas personas que cantaban, gritaban y comentaban cada pasaje de todos los discursos, que incluso en varias ocasiones hicieron reír a los dirigentes. Una chica joven, por ejemplo, le gritó a Cristina que era “la chorra de mi corazón”; otra, cuando Axel mencionó al expresidente, Mauricio Macri, dijo: “wacala, ni perdón ni olvido a esa basura”.
Entre el público estaba sentada Nilda, en una silla que trajo desde su casa. Es una señora que tiene 80 años y vive en Isla Maciel hace más de 40. Toda su vida fue ama de casa y contó a Página/12 que para trabajar “salía a las 6 de la mañana de mi rancho sobre el Riachuelo y volvía a las 12 de la noche”. También dijo que fue al acto para ver a Cristina porque “gracias a ella me pude jubilar”. “Vivo acá a la vuelta en una de las casas que son de un plan anterior. Quise venir para que mi hija Rosa –una nena con síndrome de down– vea a Cristina, que la quiere con todo su corazón”, subrayó. También contó que dos de sus vecinas iban a recibir casas del programa. “Con ellas nos conocemos desde que estábamos en el barro. Vivíamos en la costa del río y cuando llovía amanecíamos con el agua hasta las rodillas, teníamos que irnos a la vía. Esto es de lo mejor que nos pasó en la vida y agradezco con toda mi alma lo que hicieron por nosotros”, agregó.
Sobre el escenario, el Presidente remarcó que “podemos tener matices, pero ningún gobierno como el de Cristina se ocupó tanto de la diversidad, la igualdad y el respeto al género”. En esa línea, expresó que “yo sigo haciendo lo mismo”. Luego, dijo a los presentes que “si encuentran que alguna de las medidas que tomamos fue en contra de ustedes, díganmelo porque son ustedes, el pueblo, los únicos que están moralmente habilitados para hacerlo”. “Quienes conformamos este espacio no tenemos vergüenza de ser parte”, aseguró Fernández y completó: “todos reivindicamos lo que se ha hecho, podemos tener miradas distintas, pero todo ha sido en favor de los más postergados”.
En su discurso, CFK también cuestionó el rol de la oposición: “me vienen a hablar de la República los que conformaron mesas judiciales con algunos de los integrantes hoy prófugos. Ninguno de nosotros se fue del país para eludir la acción de la Justicia y ¿nos vienen a dar lecciones de República? República de morondanga era”, dijo. Luego, dedicó unas palabras a la deuda y la responsabilidad del gobierno anterior, mientras Guzmán la escuchaba atento en la primera fila y sentado al borde de su silla. “Llegamos al 2015 después de tres gestiones de Gobierno, el FMI no estaba más, con el nivel de endeudamiento más bajo de la historia”, puntualizó.
Sobre este tiempo de gestión, la vicepresidenta destacó que “en todo este tiempo que le tocó gobernar a Alberto, difícil, duro, se la pasaron atajando penales” y opinó que “esto es un partido que no se pudo jugar”. Para concluir, enumeró todas las medidas que tomó el Gobierno para clases medias y populares y habló de la necesidad de generar instancias de diálogo. “Es bueno que reflexionemos y que podamos superar esta forma que pretenden imponernos de vincularnos a partir del odio y la negación del otro”, dijo.