Mis queridos riojanos,
Una vez más nos hemos convocado para celebrar a nuestro Santo Patrono San Nicolás de La Rioja en el comienzo del año, apenas renovado nuestro Tinkunaco, fiesta fundacional de nuestra fraternidad. El Padre nos hizo hermanos en Jesús, su Hijo, nuestro Niño Dios vestido de alcalde. En nuestro caminar de hoy entre cantos y oraciones reiteramos nuestro compromiso con el Proyecto de Dios que a todos incluye y no deja a nadie fuera de su amor.
Mirada agradecida sobre el año que concluyó
Dejamos atrás un año donde Dios nos concedió numerosas gracias y bienes. Junto a San Nicolás visité una vasta jurisdicción de los Llanos riojanos. Agradezco a cuantos nos recibieron y participaron de las actividades que entonces tuvieron lugar.
El año pasado hemos podido trabajar en conjunto con el gobierno de la Provincia, de la ciudad capital y de otros departamentos en distintos aspectos de nuestro servicio al Pueblo de Dios. Agradezco de corazón a las distintas autoridades que respetando nuestra autonomía, cooperaron en el servicio al bien común de nuestra gente.
Jornada Mundial de la Paz
Con el lema «La no violencia: un estilo de política para la paz» Francisco nos propone:
“Que la caridad y la no violencia guíen el modo de tratarnos en las relaciones interpersonales, sociales e internacionales. Cuando las víctimas de la violencia vencen la tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles en los procesos no violentos de construcción de la paz. Que la no violencia se trasforme, desde el nivel local y cotidiano hasta el orden mundial, en el estilo característico de nuestras decisiones, de nuestras relaciones, de nuestras acciones y de la política en todas sus formas.” (Mensaje, 1)
Luego de enseñarnos a la familia como el lugar pedagógico y existencial más noble y significativo de los hombres para la renovación de la vida social (cfr. Mensaje, n. 5), el Papa insiste en la necesidad de una ética de la fraternidad y de coexistencia pacífica entre personas y entre los pueblos, fundada sobre la responsabilidad, el respeto y el diálogo sincero (Cfr. Mensaje, 5).
Si “la unidad es superior al conflicto”, como nos enseñó Francisco en Evangelii Gaudium (n. 228), es necesario reconocer y apreciar el bien que hay en el otro, en el que piensa distinto o tiene una posición diferente, para sumar y enriquecer la vida común.
En la unidad de los opuestos, éstos interactúan, reconociendo y asumiendo los conflictos como una lógica natural y necesaria de la vida (cfr. Mensaje, 6). El mundo necesita artesanos de la paz. Y el Papa nos reitera el llamado a serlo allí donde estamos (cfr. Mensaje, 7). ¡Hay que animarse!
Un año nuevo, nuevo de verdad.
Como cristianos no sólo miramos o sufrimos la realidad, queremos comprometer nuestras energías para transformarla. Por eso, al celebrar la memoria de nuestro Santo moreno, tenemos la oportunidad de manifestar nuestro interés y preocupación por los grandes temas que nos afectan como riojanos. Es la novedad del cristianismo. La encarnación del Hijo de Dios nos invita a asumir nuestra propia vida y misión.
Dejamos atrás un año muy difícil en materia económica: Varias empresas del Parque industrial y del interior de la provincia se han visto obligadas a dar vacaciones anticipadas. Es un dato elocuente de una realidad que golpea a numerosas familias de trabajadores. El alza de las tarifas de servicios públicos y el incremento de los precios, principalmente de los alimentos de la canasta familiar y de insumos de primera necesidad ha agravado la situación.
A las discusiones en torno al gradualismo de algunas medidas económicas, le siguen hoy las insistencias sobre el control del déficit fiscal. Desde este lugar sagrado es necesario sostener con todo vigor que los ajustes no se sigan haciendo sobre la vida de los pobres. Por eso, el Estado no debe abandonar su función social indelegable. Seguramente hay otros sectores que tienen mucho para aportar en esta hora dura y amarga. Sobre todo si en el origen de su fortaleza económica ha estado la especulación financiera o injustificadas corridas de precios.
No puedo olvidar el dramatismo de aquella pequeña asamblea de productores de Corral de Isaac durante mi reciente visita pastoral: “Padre, no queremos desaparecer” fue la expresión de una señora para referirse a la dura situación de este sector productivo local. O de un grupo de personas que me entrevistó esta semana: “No queremos bolsones, queremos trabajo.”
En nuestra provincia, el signo auspicioso de la convocatoria al Consejo Económico y Social durante el año pasado, promete ser en 2017, un instrumento al servicio del bien común no sólo para aportar elementos de diagnóstico sino también en la línea de buscar la generación de consensos. Nadie puede negarse a trabajar por el bien de la provincia ni tener la mezquindad de apostar al fracaso de aquellos legítimos espacios de diálogo y búsqueda común de soluciones. Por eso es imprescindible preservar a esta herramienta de consenso social de cualquier vinculación política electoralista. Trabajar juntos. Trabajar con ganas. Trabajar por todos. No es tan difícil. No podemos fallar. Es por nuestra gente. Es por nuestros pobres. Es por La Rioja.
Cuidar la vida de nuestros jóvenes.
Recientemente la Comisión Nacional de Lucha contra las Adicciones dependiente de la Comisión de Pastoral Social del Episcopado insistió en la gravedad de la extensión del narcotráfico en el país y sus dramáticas consecuencias sobre nuestros jóvenes y familias afectadas.
Se pidió al Estado Nacional la declaración de la emergencia en este ámbito. Y además se señalaron los magros recursos destinados a la prevención y tratamiento de las adicciones en relación con los presupuestos vinculados al área de la represión de este flagelo. Afortunadamente, las máximas autoridades nacionales reaccionaron favorablemente a este pedido y pudieron reasignarse partidas destinadas a la prevención y tratamiento a través del Sedronar.
Pero tenemos que preguntarnos cómo nos afecta el problema en La Rioja. El incremento de las adicciones es un dato insoslayable. Todavía se puede manejar el problema y dar aquel necesario volantazo que nos evite el precipicio. ¡Estamos a tiempo!
Madres y padres que no saben qué hacer con sus hijos adictos vienen a nuestras parroquias y comunidades a pedirnos una mano. Este año Cáritas diocesana abrirá un Centro de día para acompañar algunos grupos de jóvenes adictos. Ciertamente es sólo un pequeño aporte que se suma al que vienen haciendo algunos otros centros y organismos provinciales y la Fazenda “Nuestra Señora de Lourdes”.
Pero no quiero pecar de ingenuo ni distraerlos en cuanto al dramatismo de estos datos y lo pequeño de nuestra posible respuesta. Si hay adictos, si hay narcotráfico en La Rioja, si hay riqueza proveniente de la muerte en vida de tantos hermanos nuestros, es porque hay quien se enriquece, quien vende, quien trafica, quien bebe la sangre de sus hermanos. Nadie puede llamarse cristiano si participa de algún modo en este tipo de actividades ni reconocerse plenamente humano cuando se enriquece a costa de la vida de tantos jóvenes condenados a muerte más temprano que tarde.
Es duro aceptar las voces de la calle que vinculan personajes del mundo de la política y funcionarios policiales con esta actividad maldita. Tantos buenos dirigentes políticos y sociales, tantos abnegados policías con toda razón pueden verse afectados por esta generalizada atribución de ilícitos. Por eso pido a la clase política, a la institución policial a ella subordinada, a la entera sociedad que, si así fuera, desplacen de su seno a quienes de un modo u otro participen de actividades vinculadas al narcotráfico. Es insoportable para una sociedad que se considere sana aceptar el financiamiento de cualquier actividad con fondos provengan de allí.
Y repito con toda esperanza y convicción, estamos a tiempo. Nuestros jóvenes, nuestras familias, nuestros pobres necesitan el máximo esfuerzo de nuestra parte para salir de este atolladero dramático que nos lleva a la muerte.
La verdad, sólo la verdad.
Inicia un año electoral y es parte de la vida democrática la sana confrontación de programas y proyectos, la búsqueda de ciudadanos que expresen su vocación política de servir a la sociedad.
Hay un servicio que contribuye grandemente a ennoblecer la vida política de la sociedad. Me refiero a la actividad periodística fundada sobre la libertad de expresión y de información. Cuánto bien nos hacen los periodistas y comunicadores que acercan el acontecer cotidiano y nos ayudan a comprender la realidad con sus ponderadas editoriales semanales o diarias. En nuestra provincia los hay y muy buenos. Les agradezco cuanto hacen a favor de la información y los animo a seguir contribuyendo con su trabajo a la consolidación de las instituciones y de la democracia.
Pero aparecen nuevos desafíos al mundo periodístico. En el mundo de hoy se habla inclusive de una era de la “post verdad”, para referir la invención de falsedades sobre personas o acontecimientos para inducir comportamientos políticos o electorales a través de los medios de comunicación y las modernas redes sociales.
Esto hace necesario preguntarnos en casa, en nuestra provincia, cómo andamos. Duele reconocer que existen prácticas periodísticas que, en vez de comunicar la verdad construyen mentiras y falsedades, ensucian la buena fama personal o familiar de las personas, inventan apariciones o milagros para confundir religiosamente al pueblo o destruyen la convivencia muchas veces con la inconfesada pretensión de animar una carrera política o de agitar una contradicción que inquiete o desespere al lector u oyente desprevenido y vulnera a quien se ha visto difamado o criticado con datos falsos. Las retractaciones llegan tarde o son insuficientes. Y mientras tanto se ha contribuido al descrédito de personas e instituciones.
Con toda humildad desde mi lugar de pastor que aprecia grandemente el servicio de los medios de comunicación, les ruego que trabajen en esta dimensión de la verdad de la información. Nos hará un bien enorme como sociedad esclarecer, proponer, conocer, denunciar, criticar, señalar, en suma, incidir a partir de la sana utilización de los medios de comunicación social. Están para eso y su noble utilización contribuye a la consolidación de una comunidad humana.
Mis queridos riojanos, concluyendo este mensaje, quiero agradecer a tantos trabajadores anónimos de esta Fiesta de todos, sea en la animación litúrgica, en la organización de las distintas celebraciones, a los Apóstoles, a los Ayllis, a los voluntarios y servidores, especialmente a los Servidores de San Nicolás, muchachos y chicas de nuestros barrios capitalinos que durante varios días están colaborando en los distintos servicios necesarios.
En esta fiesta de San Nicolás de La Rioja, los abrazo de corazón y los bendigo en nombre de Jesús, nuestro Niño alcalde y buen Pastor.