Cortiñas y su impronta permitieron desarticular la imagen con la que se intentó vender una “reconciliación” a fines de la dictadura

En 1982 una foto dio la vuelta al mundo: el policía Carlos Gallone forzaba el abrazo con Susana Leguía, madre de Plaza de Mayo. Desde el Gobierno -y los aparatos de amplificación mediáticos- trataron de mostrar una conciliación entre las fuerzas de seguridad y la ciudadanía. Los insultos de Norita, a la izquierda de Leguía, evidenciaron un mantra que la referente de DDHH mantuvo hasta este jueves: no se olvida, no se perdona ni se reconcilia.

Por Juan Pablo Csipka

El 5 de octubre de 1982, el centro porteño fue el escenario de la Marcha por la Vida, convocada por los organismos de derechos humanos en reclamo por los desaparecidos. La dictadura ya estaba en su etapa final, con Reynaldo Bignone como último presidente de facto. El régimen, en pleno proceso de descomposición tras la derrota en las Malvinas, apenas pudo vallar la zona de Plaza de Mayo para que la movilización no llegara a las puertas de la Casa de Gobierno.

Debido al dispositivo de seguridad, lo más cerca que los manifestantes estuvieron de la Plaza fue la esquina de Belgrano y Paseo Colón. Allí se produjo una imagen que sacudió a todos. Derivó en una foto que salió en tapa del diario de mayor circulación del país y se la quiso presentar como un símbolo de reconciliación: una Madre de Plaza de Mayo aparece abrazada a un policía, que la toma de la cabeza con la mirada perdida, acaso comprensivo. La situación distó de ser así y hay una tercera figura en la foto, cuya presencia, con su rostro encendido, ayuda a desmentir cualquier gesto amistoso. La tercera persona de la imagen era Nora Cortiñas.

La foto célebre que sacó Marcelo Ranea ocurrió cuando el oficial Carlos Gallone, de la Policía Federal, se puso a discutir con quienes reclamaban que los dejaran llegar a la Plaza. La orden era dejar pasar solamente a las Madres de Plaza de Mayo, identificables por sus pañuelos, algo a lo que se negaron. En un momento dado, Susana Leguía, de Madres, se acercó para increparlo. Gallone se puso a discutir con la mujer. Se sacó los lentes oscuros que llevaba puestos y, en medio de empujones, acercó a Leguía hacia él. Los rodeaban varias personas, entre otros, Cortiñas, además de Ranea, de la agencia Noticias Argentinas, y su colega Jorge Sánchez, de Télam.

Ambos fotógrafos captaron la situación con sus cámaras. El supuesto “abrazo” que fotografió Ranea apenas duró un segundo y contrasta con el gesto de Cortiñas, quien años más tarde contó que en ese momento insultó al policía. La foto de Sanchez, tomado del lado opuesto, captó la imagen desconsolada e impotente de Leguía frente a un altivo Gallone, muy lejos del presunto gesto comprensivo que, segundos después, inmortalizó Ranea. Cortiñas también aparece en esa imagen increpando al policía, y recordaría que Gallone forzó el abrazo, “haciéndose el bueno”. De hecho, las Madres tenían como consigna no dejarse tocar por las fuerzas de seguridad.

Télam decidió no publicar el material de Sánchez, que fue intimidado por una patota a los pocos días (su foto se expuso con la de Ranea en una muestra al año siguiente y fue quitada tras apenas un día de exposición). De la secuencia de Ranea, la imagen más impactante salió en la tapa de un reconocido diario al día siguiente. La bajada señaló que “un oficial de la Policía consuela a una de las manifestantes”.

El 7 de octubre, el diario de mayor circulación le dedicó un editorial, en el que reprodujo la foto de Ranea, titulado “Más allá de las palabras”. En ese texto, se refirió “al oficial sosteniéndola contra su corazón, en una mezcla de acto de servicio y actitud humanitaria”. Para el diario, la foto “tiene tal vez más elocuencia que muchas de las palabras que hasta hayan podido escribirse para demostrar que el problema de los desaparecidos y presos sn proceso es uno de los más serios que atraviesa la comunidad argentina”.

No había habido ningún gesto piadoso de parte del oficial Gallone. Ranea recordó que Leguía estaba muy nerviosa en su altercado con el policía y que este quiso descomprimir con ese abrazo que en verdad fue forzado, algo que trasunta el rostro de Cortiñas. Cora Gamarnik, investigadora de la fotografía en el país, analizó la secuencia de fotos y destacó la posición de Cortiñas, que mantiene distancia con Gallone.

La impactante foto fue repoducida en medios del exterior, como The New York Times y Excelsior de México. Su vigor hizo que no se prestara tanto atención, según Ranea, a una foto sacada segundos antes, en la que Gallone discutía con Cortiñas, y que representaba de manera más acabada el clima de ese momento.

La imagen puso el drama de los desparecidos en primera plana de los diarios del mundo, pero no solamente eso: mostró la cara de un represor. Gallone tuvo un rol central en la Masacre de Fátima y fue parte del aparato represivo de Coordinación Federal. Por esos hechos fue condenado a prisión perpetua y a 25 años, respectivamente. Murió en 2021.

La presencia de Cortiñas en la imagen sirvió para desmitificar cualquie atisbo de querer resignificar una foto con un gesto compasivo que era tal. Así como la célebre foto del podio de México 68 con el saludo del black power de dos atletas afroamericanos tenía una historia detrás en el tercer atleta que aparece quieto (pero con un rol central en ese hecho), y que Juan Forn inmortalizó en “El tercero de la foto”, la mujer cuya vida se apagó a los 94 años fue la tercera figura de una imagen en la que su presencia fue una muestra más de su lucha inclaudicable.

Fuente: Página /12 – 31 de mayo de 2024 –

By omalarc

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