Por Verónica Azpiroz Cleñan y Alberto Catriel Pil
El 8 de julio el gobernador de la provincia de Rio Negro envió un proyecto de ley 865/24 a la Legislatura, en su joven provincia para que “imponga” el nombre Ceferino Namuncurá al gasoducto de la región sur, una infraestructura de transporte de gas natural de 365 km de longitud.
Resaltamos dos verbos que utiliza el texto del mencionado proyecto de ley: propiciar e imponer. Propiciar: es verbo (no divino) que no lo ha puesto en práctica el gobernador, dado que las comunidades, organizaciones y población dispersa mapuche no fueron informados por los canales institucionales correspondientes para debatir sobre la nominación.
El derecho a la información es un derecho de cuarta generación que en la gestión provincial no se hace concreto. Imponer: es el segundo verbo. Lo practican a la perfección. Con una táctica de toma y daca se está efectivizando en estos días previos al tratamiento en la primera vuelta. ¿Dónde? En la casa de la pluralidad de las voces blancas, bajadas de los barcos, castellano-parlante.
Entonces, el alcance de la pluralidad tiene vuelo corto. En este momento histórico del Estado Argentino y en particular de Rio Negro nos preguntamos: ¿Las prácticas del Poder Ejecutivo Provincial puede desacoplarse de tal manera de los discursos? Y ¿las de los representantes legislativos? ¿Cuánto margen de incoherencia entre discurso y práctica estamos dispuestos a soportar? ¿Qué mecanismos legislativos, políticos nacionales e internacionales tenemos para oponer una fuerza política mapuche al abuso de poder? ¿Qué política nos damos con lxs mapuche que votaron a Javier Milei y a Alberto Weretilneck ¿Qué conversaciones no dimos al interior de nuestros espacios para que nuestra propia gente estuviera tan desorientada?
Sin exacerbar la autocrítica, es tiempo de revisarnos sobre los modos de hacer política interétnica y política intramapuche. No vivimos aislados de un contexto regional y nacional, sino que compartimos el espacio/tiempo con la argentinidad, con la globalización financiera y la masificación de la miserabilidad humana.
Con esos bueyes aramos, nos guste o no. La intención de la Iglesia Católica en cuanto a la beatificación de Ceferino, fue mostrar la figura del indio civilizado, pacificado, evangelizado y derrotado. Ceferino es botín de guerra de los vencedores. Un indio sometido a los mandatos de un dios omnipotente que bendijo al Estado en su genocidio fundante. La imposición del nombre de Ceferino Namunkurá (pie de piedra) al gasoducto, no es otra cosa que una provocación a la dirigencia mapuche. Sabemos distinguir qué es la fagocitación de la espiritualidad mapuche que la Iglesia pretendió realizar a través de la canonización de Ceferino y qué es el extractivismo del suelo, subsuelo y el aire del territorio mapuche.
Precisamente porque lo sabemos, necesitan lavar con su nombre lo que hicieron y pretenden continuar extrayendo para ficcionar democracia. Es Estado Neocolonial. Hay dos datos muy llamativos en la reseña de la justificación del proyecto de ley del Poder Ejecutivo: uno es de nominar a Ceferino como rionegrino. Causa hasta risa la penuria de la intelectualidad alrededor del Gobernador. El segundo dato osado es la descripción de la sangre de Ceferino como “rio indomable”, quiere decir que reproducen el estereotipo del mapuche que tanto ha combatido la anterior gobernadora y además qué tanto le molesta a la sociedad rural rionegrina o a la propiedad privada.
Para el estilo textual, el indio indómito va bien. Para los márgenes de la gobernabilidad, mejor encarcelarlos/as con el Comando de Seguridad Unificado. No tiene desperdicio la frase del texto del proyecto: “…En Río Negro nos animamos a soñar con un camino diferente. Un sendero que uniera a la gente con su entorno, que les devolviera la dignidad…”, si se hubieran animado a soñar algo que no sea la imposición, habrían puesto en escena y en práctica un proceso de consulta popular.
Si supieran los derechos indígenas habrían llamado a una consulta, libre, previa e informada sobre el nombre, que sabemos que es un detalle. Queremos una consulta sobre el criterio de distribución de los beneficios económicos que las empresas recibirán por la extracción y transporte del gas, que traerán aparejadas la destrucción de la territorialidad mapuche.
Los daños colaterales del modelo económico recaen sobre nosotros. El pueblo mapuche ya está unido a la biodiversidad, por eso mismo defiende el territorio. Nombrar una obra extractivista con un nombre mapuche no tiene nada que ver con la devolución de la dignidad a nuestro pueblo. En la acción de sentípensar lo político y la política, somos muy dignos y les estamos diciendo que su proyecto es desde grosero hasta rústico. La propuesta democrática es que convoque a una consulta sobre la distribución de la riqueza que extraen de nuestro territorio.
La ficción democrática en Río Negro no es sustentable en el tiempo, como tampoco en Argentina. Los Estados pueden desaparecer, pero los pueblos libres no. Precisamente porque los cuatro vientos nos hablan de la re-existencia y de la sabiduría mapuche para sentipensar lo político en la crisis de la política argentina.
Leé el Proyecto completo Verónica Azpiroz Cleñan Politóloga. Mapuche. Lof Epu Lafken Alberto Catriel Pil Estudiante Mapuche. Ex Candidato a Intendente Maquinchao. Fuente: Enarsa
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