Monseñor Oscar Ojea llevó a funcionarios judiciales a La Matanza
Por iniciativa de la Conferencia Episcopal, jueces y fiscales escucharon la preocupación por el crecimiento narco en los barrios.
“Yo vi en ellos (N de la R: los funcionarios judiciales) un deseo vocacional de servir a través de la justicia, pero tomando contacto cercano en lugares donde se vive en forma profunda la vulnerabilidad. Y hemos visto y escuchado la fuerza de una comunidad que tiene anticuerpos que hacen que sea posible defenderse de una inmensa cantidad de males”, sintetizó al cierre del encuentro monseñor Oscar Ojea.
Fue luego de que alrededor de medio centenar de funcionarios judiciales asistieran a la parroquia San José, en la localidad de Ciudad Evita, dependiente del Obispado de San Justo, convocados por el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), Oscar Ojea, que fue anfitrión y orador central del encuentro.
Allí, con el escenario atravesado por una bandera con la leyenda “Ni un pibe menos por la droga”, escucharon de primera mano los testimonios de los y las habitantes de los barrios populares, que día a día trabajan para construir comunidad y poner límites al poder narco, cuyo crecimiento es inversamente proporcional a la retirada del Estado de esos territorios.
Bajo el título “Indefensión de la comunidad ante el narcotráfico, diálogo entre la justicia y las periferias”, disertaron hombres y mujeres del Hogar de Cristo de San José, junto a Eduardo García (obispo de San Justo) y Oscar Ojea (obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina).
“Los oradores dejaron en claro la importancia de que el Poder Judicial escuche a quienes aparecen criminalizados y son, en verdad, las principales víctimas de un sistema de exclusión que deja a millones al costado del camino”, sostiene el comunicado oficial.
“En estos barrios donde el narcotráfico había ganado todo el espacio cedido por un Estado ausente, la obra católica ha demostrado que se puede salir adelante. Hoy son miles de personas descartadas las que han encontrado hogar, educación, espacios de encuentro comunitario, acompañamiento y contención”, agrega el texto.
Por su parte, monseñor Eduardo García afirmó: “nosotros ponemos lo nuestro para acompañar la vida en el orden afectivo, emocional y laboral de la recuperación, pero también necesitamos que ustedes pongan lo que está en sus manos y en sus posibilidades. Es para que esta recuperación se sienta que no se está haciendo al margen de la sociedad, al margen de la ley, sino que se hace con la ley y que la ley sostiene este proceso de reinserción de acompañamiento y de vida nueva para la gente”.
Asistieron, por el poder judicial, Julio Conte Grand (Procurador General de la Provincia de Buenos Aires), Agustina Díaz Cordero (Vicepresidenta del Consejo de la Magistratura de la Nación), Angela Ledesma y Alejandro Slokar (Jueces de la Cámara Federal de Casación Penal), Marisa Graham (Defensora de los Derechos de Niñas, Alejandro Alagia (Fiscal General en causas de delitos de lesa humanidad), Roberto Andrés Gallardo (Juez Contencioso Administrativo y Tributario de CABA), Julio Piumato (Secretario General de la UEJN), Facundo Tignanelli (Vicepresidente del Consejo de la Magistratura de la Provincia de Buenos Aires), Santiago Zurzolo Suarez (Juez del tribunal oral de Florencio Varela), Marta Pascual (Jueza de Menores de Lomas de Zamora) y Daniel Martínez (rector Universidad de La Matanza).
En junio pasado, justo antes del Día de la Bandera, también en La Matanza, monseñor Ojea celebró una misa en la parroquia de Caacupé, en la que fueron distinguidas como abanderadas y madres de la Patria, las mujeres que con su esfuerzo sostienen los comedores comunitarios, también llamadas “madres del pasillo”.
Fue un homenaje y un desagravio, frente a la estigmatización que sufren por parte del gobierno nacional, que sigue sin repartir alimentos desde su asunción en diciembre pasado, a pesar de los sucesivos fallos judiciales que lo obligan a hacerlo.
Personas, no números
Entre otras cosas, la obra de la parroquia San José de San Justo reparte a diario más de 18.000 porciones de comida en 16 comedores, aloja a 1600 niños, jóvenes, adultos, ancianos y discapacitados que vivían en la calle y hoy viven en forma permanente en decenas de casas del Hogar de Cristo, recibe diariamente en las Casitas de la niñez a mil niños y niñas.
Además, alrededor de 800 alumnos estudian en sus escuelas secundarias, 2200 adultos se capacitan en escuelas, terciarios, profesorados y centros de formación profesional, cuenta con una escuela de música y orquestas, 4 escuelas primarias reciben a más de 1100 alumnos, 450 abuelos y abuelas se reúnen en centros de jubilados y aás de 1400 niños son recibidos en 7 jardines de infantes.
Fuente: Página /12 –