Luis Gotte
La trinchera bonaerense
Homero Manzi, uno de los poetas y letristas más emblemáticos del tango argentino, nació el 1 de noviembre de 1907 en Añatuya, Santiago del Estero, una localidad cuya esencia y paisajes marcarían profundamente su sensibilidad y su obra.
Desde niño, Manzi fue testigo de la vida rural y las costumbres del noroeste argentino, lo que alimentó en él un amor profundo por el paisaje, la música y las historias populares. Estos elementos se convirtieron luego en el alma de sus letras y composiciones. A los nueve años, su vida cambió con el traslado a Buenos Ayres, donde comenzó a familiarizarse con la vida urbana y, sobre todo, con el tango, que florecía en los “100 barrios porteños”. Así, su poesía, nutrida de las vivencias de su infancia y de la intensidad de la gran ciudad, dio vida a piezas inmortales. En ellas, capturó la nostalgia y el sentimiento de una época, volviéndose un referente de la identidad argentina y la música ciudadana. A menudo firmaba como “Arauco” -“rebelde” en quechua- para subrayar su conexión con su tierra santiagueña.
Pero Homero Manzi fue mucho más que un gran poeta del tango: también fue un fervoroso militante de las causas populares, comprometido con los sectores más humildes. En la década de 1940, se acercó al movimiento liderado por el entonces Tte. Juan D. Perón, inspirado por su mensaje de justicia social y por su voluntad de reivindicar a los más desposeídos, ideales que resonaban en la sensibilidad social de Manzi. Fue parte de FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina), donde coincidió con intelectuales y militantes que serían luego pilar del peronismo. La poesía de Manzi, profundamente humanista, encontró en el peronismo una causa para canalizar su amor por el pueblo y su arte.
En los años de auge del primer gobierno del Gral. Juan D. Perón, Manzi continuó desarrollando su obra, extendiendo su compromiso artístico hacia el cine y la cultura popular. Como director de películas icónicas, entre ellas Pobre mi madre querida y El último payador, buscó construir un imaginario popular que reflejara las voces y las historias de los barrios y el campo argentino. Su apoyo al peronismo lo consolidó como un artista comprometido con su tiempo y con la realidad social y política de su país. Su legado sigue siendo recordado como un puente entre la cultura popular y el sentimiento de pertenencia del pueblo argentino.
Fue guionista de películas como Pampa salvaje, La guerra gaucha, El viejo Hucha, Nobleza gaucha, Pampa bárbara, Donde mueren las palabras y Fortín Alto. Es también autor de tangos y milongas memorables, entre ellos Barrio de tango, Malena (con música de Lucio Demare), Milonga sentimental (con música de Sebastián Piana), Romance de barrio y Sur (con música de Aníbal Troilo).