El ex diputado aseguró que el radicalismo ahora se hace al desentendido cuando durante 12 años se movilizó contra un modelo de extracción que “trae consecuencias ambientales, fiscales y económicas”
“¿Qué les pasa a los radicales? ¿Les cosieron la boca?”, larga al cielo con esa voz aguardentosa que lo caracteriza. Parece enfrascado en una pelea quijotesca pero esta vez los molinos de viento no son enemigos imaginarios sino bien reales.
A “Ricardito” le molesta la condescendencia de la UCR con la política minera de Mauricio Macri. La cree impertinente. “Desde el 2015 parece que dejamos de decir lo que siempre dijimos. No se puede ser tan obediente con el Presidente cuando va en contra de nuestros principios”, se exalta ante Infobae.
El radicalismo fue protagonista de numerosas manifestaciones contra la megaminería durante la gestión kirchneristas. Y ayudó a desplazar a empresas cuestionadas como Barrick Gold, Osisko Mining Corporation, Shandong Gold y Midais.
Aquella postura tuvo costos políticos y también físicos. Por ejemplo, el entonces diputado radical Julio Martínez fue baleado por la policía riojana. ¿Su pecado? Haber participado de una protesta en Famatina, donde también aprovechó para recordar situaciones de extrema peligrosidad, como el derrame de cianuro en la mina de Veladero, en el departamento sanjuanino de Jáchal.
La discusión de la explotación minera reflota por estas horas en varias provincias, aunque el epicentro del conflicto es en Chubut, donde está prohibido el uso de cianuro a cielo abierto. El dilema, en el trazo grueso, está dado entre la llegada de mayores inversiones en el sector o el cuidado ambiental. O, dicho de otro modo, entre flexibilizar o no flexibilizar las normas que hoy limitan la actividad.
Apenas llegó a la Casa Rosada, Macri asumió una política de seducción de las firmas mineras, decretando el fin de las retenciones a las exportaciones. Lo hizo rodeado de gobernadores del PJ y bajo la queja de organizaciones sociales, que acusan a las compañías de no respetar la Ley de Glaciares, de dar la espalda al fisco y al desarrollo sustentable y, pese al discurso oficial, de no generar empleo.
“No estoy en contra de la minería. Eso es una estupidez. Es como decir que estamos en contra de la agricultura porque señalamos que usan fertilizantes que pueden ser peligrosos. No, estamos en contra de la política minera tal cual está, porque no es buena para el país desde el punto de vista económico, fiscal y ambiental”, argumenta Alfonsín por estos días.
A su entender, la clave es que haya mayor control parlamentario. De hecho presentó en el 2012 un proyecto de ley en ese sentido, que además otorga nuevas facultades a los fiscales para tutelar el medio ambiente.
Su cruzada contra el lobby minero tomó vigor en Comodoro Rivadavia, cuando hace una semana exhumó viejas cuitas con el Presidente y, sobre todo, con sus correligionarios. “Macri no nos consulta nada, nos anoticiamos por los diarios. Pero ni siquiera pataleamos. Hace dos años que la UCR hace un silencio peligroso con la megaminería, a la que repudiamos durante los 12 años del gobierno anterior”, fue la queja que, a modo de loop, hizo tronar repetitivamente desde el sur.
Ante Infobae, el ex diputado exhibe las manos crispadas, un semblante embravecido, y esa cadencia al hablar que indefectiblemente lo asocia a su padre, sobre todo cuando se le consulta, precisamente, por el ex presidente. “No se puede creer. Me quieren hacer entrar en contradicción con él, hasta me han dicho que soy un tipo peligroso. ¡ Pero se equivocan y mucho, en especial con en el tema minero!”, dice, imperativo, con el índice acusador.
—¿Se refiere al discurso a favor de la industria extractiva que Raúl Alfonsín realizó frente al Organismo Latinoamericano de Minería?
—Claro. Me quieren poner en contradicción con esas declaraciones de mi padre que son del año ´85.
—Entonces, siendo presidente, se refería a la minería como “una alternativa válida para el desarrollo regional de áreas históricamente sumidas en el atraso y la pobreza”.
—En la época de mi padre no existía la megaminería, no existía la actual política minera de explotación a cielo abierto, porque la actual política minera surge de la ley que se sanciona en la década de los ´90, elaborada por el Banco Mundial, y que es muy mala para los argentinos, aunque los argentinos no nos hayamos dado cuenta. Por lo tanto no hay contradicción alguna.
—¿Y quién busca contradecirlo?
—Los medios dicen que Aranguren desempolvó el discurso de mi padre a raíz de lo que yo he dicho en Chubut la semana pasada. Pero no hay contradicción.
La mención del ministro de Energía no es casual. Alfonsín también tiene entre ceja y ceja a Juan José Aranguren por la decisión de vender acciones estatales de Transener, la compañía que transporta energía de alta tensión. Lo ve como una privatización digna del menemismo.
“Lo que el ministro debería explicar es la razón por la que el Gobierno considera conveniente que esté en manos privadas, y no estatales, una actividad estratégica para la economía del país, y además monopólica. Si debatiéramos sobre esto, que es la cuestión de fondo, comprobaríamos que las preferencias del Gobierno no son técnicas sino ideológicas”, reflexiona.
Al hablar del perfil de Cambiemos es cuando asoma aquel Alfonsín que supo hacer fama de temperamental y cabrón. “Parece que está todo bien, que no hay nada que observar. Yo realmente no los entiendo”, apunta contra los boina blanca que asumieron las justificaciones de Aranguren como propias, como si no hubiera discrepancias en materia de política energética.
—Se lo ve más enojado con los radicales que con Macri ¿Cree que Ernesto Sanz entregó a la UCR?
—Yo digo que Sanz saltó sin red. No hubo acuerdo programático, no aseguramos mecanismos de participación en las decisiones. En definitiva, no se está cumpliendo lo que dijimos en la convención partidaria de Gualeguaychú. Y esto lo vengo remarcando hace rato.
—Durante la gestión de Cambiemos usted se opuso, entre otras cosas, a la reforma previsional, a la reforma laboral, a la política energética en general y a la minera en particular ¿Por qué sigue aliado al gobierno?
—Porque hay que modificar las cosas desde adentro. Hay que terminar en Cambiemos con la hegemonía del PRO, que es un partido liberal de centro-derecha. Hay que fortalecer a la UCR y su histórico perfil republicano, de centro-izquierda. Hay que mostrar que somos distintos. Esa era una riqueza, un activo de Cambiemos. Ahora parece ser que esa diferencia es un disvalor, mientras que la uniformidad y la escribanía aparecen como lo valioso. Y yo creo que no hay que callarse las diferencias, y menos en temas tan sensibles, donde hay tantas cosas en juego, como puede ser el de la política minera.
Fuente: infobae