Los últimos ejercicios económicos anuales, correspondientes al terrible 2020, de tres de los más importantes grupos económicos de alimentos del país muestran que han ganado mucho dinero en el año de la pandemia, recuperándose así de las pérdidas registradas durante los dos últimos años de recesión del gobierno de Macri.
El rubro Alimentos y Bebidas del Indice de Precios al Consumidor se ha estado ubicando en la mayoría de los meses de la pandemia por encima de la tasa de inflación general.
Los aumentos de esa sensible canasta de productos del presupuesto de los hogares fueron superiores a los ingresos medios de gran parte de la población en este período sanitario y socioeconómico dramático.
Esas subas fueron uno de los principales motivos que elevaron la tasa de pobreza al 42 por ciento en el segundo semestre del año pasado.
En crisis de semejante magnitud existe la falsa creencia de que todos los actores económicos pierden o que privilegiados también pueden estar afectados porque no están anotando utilidades como deberían hacerlo.
No es así. Algunos están ganando mucho en estos meses de debacle, y hasta contabilizan utilidades que en años de recesión no tuvieron.
Aunque algunos puedan sorprenderse porque el lamento es estridente, los fríos datos objetivos de balances anuales revelan una mejora sustancial de los resultados.
Los últimos ejercicios económicos anuales, correspondientes al terrible 2020, de tres de los más importantes grupos económicos productores de alimentos del país muestran que han ganado mucho dinero en el año de la pandemia, recuperándose así de las pérdidas registradas durante los dos últimos años de recesión del gobierno de Macri.
Puede parecer un absurdo, una expresión exagerada o hasta generar incredulidad pero, para el negocio de esas compañías, la pandemia, que provocó la peor crisis económica global de por lo menos los últimos 100 años, es por lejos preferible a la recesión macrista.
No se trata de una ironía antiestablishment, sino que esta insólita comparación queda implícitamente expresada en las cifras de sus balances 2020.
Los números en el primer año del coronavirus de Molinos Río de la Plata, de la familia Pérez Companc, de Ledesma, de la familia Blaquier, y de Arcor, de la familia Pagani, son tan positivos que exigen una revisión insistente para que el asombro que entrega cada una de las páginas de sus respectivos balances no quede confundido por el intenso humo de comunicados de cámaras corporativas.
Este análisis ofrece una primera conclusión política: sin la efectiva estrategia de administración de precios (Cuidados y Máximos) el panorama para el presupuesto de los hogares hubiera sido todavía más complicado.
Pérez Companc
Hace 20 años, el Grupo Pérez Companc decidió abandonar el negocio petrolero para pasar a jugar un rol relevante en el negocio de los alimentos con la compra de Molinos. Los principales integrantes de la familia resisten el Aporte de las Grandes Fortunas presentando demandas judiciales para no pagarlo.
Molinos informa en el balance que registró ingresos anuales por el equivalente de 3300 millones de dólares, que tiene 10.000 “colaboradores” y que concretó inversiones en los últimos tres años por más de 300 millones de dólares.
Detallar sus principales marcas facilita la identificación de la magnitud de la compañía, con presencia dominante en góndolas y alacenas de los hogares. Entre otras varias, se destacan Matarazzo, Lucchetti, Exquisita, Granja del Sol, La Salteña, Arlistán, Gallo, Cocinero, Lira, Gallo Snacks, Cruz Malta, Nobleza Gaucha, Chamigo, Salus, Bodega Nieto Senetiner, Bodega Ruca Malen, Viña Cobos.
La firma escindió los negocios de producción, abastecimiento del mercado interno y exportación de productos primarios agrarios. De todos modos, en el último balance anual no pudo eludir mencionar que los precios de las materias primas agrícolas (principalmente soja, maíz, girasol y trigo) mostraron una fuerte recuperación.
Explica que “la demanda de materias primas por parte de China ha sido voraz y llegó a niveles nunca vistos debido a la preocupación de abastecer de alimentos ante cualquier otra eventualidad sanitaria, y fue un factor adicional a la exponencial suba de los precios internacionales de materias primas, especialmente aquellas para producir alimentos”.
Ganó mucho en el segmento Alimentos, lo que se reflejó en ese balance, y también contabilizó utilidades en la producción y exportación de materias primas del agro.
Los números de Molinos
Antes de detallar los resultados positivos en el año de la pandemia, Molinos menciona el escenario local e internacional en el cual desarrolló su actividad. Señala la “crisis sanitaria que afecta al mundo”, “las restricciones de crédito derivadas de la situación financiera argentina” y “el inédito contexto de congelamiento de los precios de venta establecido por el Gobierno combinado con una fuerte suba de sus costos que han quedado libres”.
No es inédita la política oficial de administración de precios. Esa exageración no permite ocultar que igualmente Molinos finalizó el ejercicio económico 2020 reportando una ganancia neta de 1746 millones de pesos.
Este resultado positivo lo explica por haber aplicado una serie de medidas de excepción: un férreo control de costos y recorte de gastos, a la venta de sus oficinas centrales y a un riguroso manejo del capital de trabajo que derivó en una reducción de la deuda en dólares y, por ende, en menores cargos financieros.
En esta reseña no da cuenta de una cuestión fundamental para dimensionar esas utilidades porque así expresada se puede suponer que hubiera podido ganar más si no fuera por el gobierno de Alberto Fernández. Pero, en los hechos, ha sido lo opuesto. La actual política económica le ha permitido mejorar sustancialmente el resultado del balance.
Cuando se emprende la tarea de revisar los balances de los inmediatos años anteriores, sin un sistema eficiente de administración de precios y con una política de libertad de precios en el gobierno de derecha de Mauricio Macri, los resultados negativos fueron fulminantes:
2017: -1580,3 millones de pesos. (-18,8 millones de dólares)
2018: -3566,0 millones de pesos. (-42,4 millones de dólares)
2019: – 370,1 millones de pesos. (-16,3 millones de dólares)
En cambio, en el año de la pandemia que es el primero del gobierno de Alberto Fernández el resultado fue positivo:
2020: +1745,8 millones de pesos. (+20,7 millones de dólares)
La ganancia bruta/ventas subió de 24 a 26 por ciento de 2019 a 2020.
Los accionistas de Molinos, siendo los integrantes de la familia Pérez Companc los principales, pueden quejarse de los controles de precios pero no deberían exagerar: primero, porque en ese año de la pandemia volvieron a ganar dinero, y segundo, porque les fue tan bien que el directorio “ha considerado apropiado proponer a los accionistas” distribuir un dividendo en efectivo por un total de 1300 millones de pesos.
Pagani
Arcor es la principal empresa de alimentos de consumo masivo del país con seis plantas y se convirtió en una multinacional que se especializa en tres divisiones de negocio: alimentos de consumo masivo (golosinas, chocolates, helados y galletas), agronegocios y envases.
Luis Pagani, su presidente y líder de la familia controlante de la empresa, forma el triángulo de poder de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) junto a Héctor Magnetto (Grupo Clarín) y Paolo Rocca (Techint).
AEA mantiene una militante posición de rechazo al gobierno de Alberto Fernández, oposición que no trata de ocultar sino que, por el contrario, reafirma cada vez con más energía.
Para Arcor, sin embargo, este ciclo político le ha permitido mejorar los números del balance, que, teóricamente, debería ser lo más importante para los empresarios.
Arcor es el primer productor mundial de caramelos duros y el principal exportador de golosinas de Argentina, Brasil, Chile y Perú, y a través de Bagley Latinoamérica, la sociedad conformada con el Grupo Danone para los negocios de galletas, alfajores y cereales en Latinoamérica, es una de las empresas líderes de la región. Tiene también una importante participación en La Serenísima.
Exporta a 100 países y tiene oficinas comerciales en América, Europa y Asia y más de 40 plantas en Latinoamérica.
La penetración en los hogares queda expuesta cuando se identifican sus principales marcas: Arcor, BC, La Campagnola, Salsati y Presto Pronta.
En el negocio de alimentos interviene en más de doce categorías, entre las que se encuentran mermeladas, dulces sólidos, salsas, tomates, conservas vegetales, frutas y pescados, postres, bebidas, jugos en polvo, premezclas, polentas, aderezos, dulce de leche, aceites, saborizadores con bolsa para horno, entre otras, liderando la mayoría de los segmentos en los cuales participa.
En agronegocios posee cinco unidades productivas, siete tambos y una planta de energía eléctrica a partir de biomasa. Produce fructosa, maltosa, glucosa, almidón de maíz, azúcar, leche, sémola, harina de maíz, aceite de maíz.
En el rubro packaging a través de Cartocor y Converflex lidera el mercado de cartón, papel y flexibles en Argentina.
Los números de Arcor
En la reseña económica general, Arcor ofrece criterios básicos y realistas de la situación señalando que ha estado operando en un contexto económico complejo, cuyas principales variables han tenido una fuerte volatilidad tanto en el ámbito nacional como internacional.
Menciona que la economía argentina ya se encontraba en un proceso recesivo y de alta inflación que, sumado a la irrupción de la pandemia en marzo de 2020, ocasionó que se complejice el contexto en forma significativa.
Describe que el Gobierno ha impuesto algunas medidas que afectaron el contexto económico, como por ejemplo un control de precios y ciertas restricciones cambiarias. Pero admite, diferenciándose de colegas acostumbrados a lamentos falaces, que “el Grupo no ha sufrido impactos significativos en sus resultados como consecuencia de la pandemia”.
En casi 60 años de actividad, Arcor registró quebrantos sólo en tres años. Uno, en 2002 por el estallido de la convertibilidad, y los otros dos, en la segunda mitad del mandato de Mauricio Macri.
Algunas de las cifras más importantes de los respectivos balances anuales revelan ese recorrido. El Patrimonio Neto (en moneda homogénea a valores de diciembre 2019) deja al descubierto el deterioro padecido por Arcor durante la gestión Cambiemos:
2017: 23.437 millones de pesos.
2018: 21.806 millones de pesos.
2019: 19.121 millones de pesos.
El resultado neto sobre ventas fue:
2017: 2,9%
2018: -2,1%
2019: -1,1%
Para detallar con precisión la evolución de un sector clave de la economía se identificó la información por segmentos, eligiendo la de Alimentos que entregó los siguientes saldos:
2018: -1006 millones de pesos.
2019: -1357 millones de pesos (incluye -660,5 millones de pesos en concepto de reestructuración del negocio, reconocido en la subsidiaria La Campagnola). El saldo neto entonces fue -696,5 millones de pesos.
2020: +1229 millones de pesos.
La familia Pagani pudo recuperar el sendero de las ganancias en el balance en el año de la pandemia y en el primero del gobierno de Alberto Fernández.
Blaquier
Ledesma es una empresa agroindustrial con 111 años de historia, líder en la producción de azúcar y papel, y con una importante participación en los mercados de frutas y jugos cítricos, alcohol, bioetanol, carne y cereales.
Es la principal productora de azúcar de la Argentina (17 por ciento de la producción total), destinando 35 por ciento a consumo masivo, 40 por ciento a industrias y el restante 25 por ciento a exportación.
Con la marca Ledesma elabora alrededor de 130 mil toneladas anuales de papel, cerca del 40 por ciento de la producción nacional. La caña de azúcar para la producción de papel le ha permitido convertirse en una empresa integrada y una de las pocas en el mundo que produce papel de alta calidad a partir de la fibra de caña.
Produce y vende bioetanol a las refinerías a través de Bioledesma, creada en 2010. Es el segundo productor de bioetanol en base de caña del país, con una participación en el mercado de casi el 8 por ciento.
En Jujuy y Salta tiene más de 3000 hectáreas con plantaciones de naranjas, pomelos y limones que cultiva, procesa y comercializa. Es el mayor exportador nacional de cítricos y el principal productor de naranjas del país. Posee una fábrica de jugos concentrados y aceites esenciales, con capacidad para producir 7000 toneladas de jugo y 250 toneladas de aceites por año.
Ledesma desarrolla su negocio agropecuario a través de la firma La Biznaga en cuatro establecimientos que suman un total de 51.429 hectáreas.
Los números de Ledesma
El período del balance anual de Ledesma es diferente a otras compañías, puesto que va de junio a mayo de cada año. El análisis económico del balance cerrado en mayo 2020 no puede incluir el impacto pleno de la pandemia en la economía local ni las medidas dispuestas por el gobierno de Alberto Fernández.
Sin embargo, las cifras de ese balance en comparación con el anterior también muestran un sustancial cambio de signo:
Junio 2017/mayo 2018: -1200 millones de pesos.
Junio 2018/mayo 2019: -2181 millones de pesos.
Junio 2019/mayo 2020: +736 millones de pesos.
Este cambio de tendencia lo explica del siguiente modo: “se debe en parte a mejoras operativas que redundaron en un incremento en la ganancia operativa (pasó de 2637 a 3122 millones de pesos) y en parte a un menor impacto de los costos financieros, principalmente por una menor devaluación real del peso”.
La familia Blaquier evita comentarlo pero esa menor devaluación es en referencia al desborde cambiario del gobierno de Macri y el comienzo de una relativa estabilidad cambiaria en el gobierno de Fernández.
Esa mejora de las utilidades de la Ledesma se consolidó de acuerdo al reciente balance trimestral que abarca nueve meses (cierre febrero 2021): registró un beneficio neto de 5610 millones de pesos, a partir de un resultado operativo positivo de 3297 millones de pesos y una ganancia asociada a resultados financieros de 2314 millones de pesos.
Concentración
El fenómeno inflacionario en la economía argentina es multicausal, como lo reconoce hasta el Fondo Monetario Internacional. Existen cuestiones estructurales que lo explican vinculadas a condiciones macroeconómicas (fiscal, monetaria y cambiaria).
También juegan aspectos de la política de ingresos (precios y salarios), lo que se conoce como puja distributiva.
Otro factor que, si bien no es central, influye en la dinámica de precios es la posición dominante de empresas que elevan el nivel de precios generando expectativas de remarcación.
Esto último ha sido estudiado también hasta por el Fondo Monetario Internacional, llegando a la conclusión de que la concentración económica es un problema y puede generar márgenes adicionales que impactan en precios y en la competencia.
Los economistas del FMI Federico Díez y Romain Duval, que escribieron el artículo “Cómo mantener el poder corporativo bajo control”, afirman que “a medida que aumenta el poder de mercado de una empresa, puede ampliar sus beneficios cobrando un precio más alto y reduciendo su producción”.
Molinos, Arcor y Ledesma encajan en esta descripción de acuerdo al análisis de los respectivos balances anuales en el primer año de la pandemia.