Las sonrisas de un pueblo se paralizan por un instante. Murió René Cárdenas, humorista, cuentista, costumbrista, hombre bueno. Contemplaba el alma del ser riojano, su originalidad, su cadencia, su acento esdrújulo, para convertirlo en sonrisa, con la picardía sana y profunda. Hasta el silencio lo llenaba de humor con la compañía aguda o sutil de los gestos.
Recuerdo los 80 de papá, nos llamó a los hijos un rato antes, para que le hiciéramos una semblanza en trazo grueso del viejo.
Se fue a caminar por ahí, y, al momento de ofrecer la actuación y animar el brindis, parecía un documental de papá.
Inmenso René, el bueno y simple como el pan, humilde y sembrador de alegrías. Te vamos a extrañar y siempre te reclamaremos esa sonrisa tan necesaria, que tú eras capaz de extraer como un torrente que alimenta la vida.
!Gracias, René!