Por: Silvia Somaré ecj.

“Una vez que se arrodilló frente al altar pudimos ver el color de sus medias por el agujero de las suelas de sus zapatos”

Este testimonio pertenece a una de las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús de la Comunidad de La Rioja en épocas que esa diócesis era pastoreada por el padre Enrique Angelelli.

Los zapatos son una imagen importante, marcan modas y preferencias. También muestran los caminos por los que andamos. A nadie le es ajeno que Monseñor Angelelli anduvo muchos caminos, tantos que gastó los zapatos y también con ese signo muestra que se hizo uno con los pobres, los que no pueden comprarse otro par de zapatos.

Para imaginarnos el caminar físico de este obispo preguntamos a la hermana Susana Prolongo, actualmente en la Comunidad de Tucumán, quien nos dice que tenía una estatura normal, fornido y ágil. Un poco calvo, usaba anteojos de marcos gruesos que no impedían ver sus ojos que se entrecerraban cuando reía. Era un hombre sereno, bromista, sencillo, austero y apasionado en su apostolado evangélico. Todo regalo que le hacían lo daba a los pobres.

Quisimos saber sobre su santidad, si ya se notaba algo distinto en su opción te tener un oído en el pueblo y otro en el Evangelio y nos cuenta que Monseñor Angelelli, imbuido del mensaje del Concilio Vaticano II, puso en práctica las disposiciones de la doctrina Social de la Iglesia, en especial, el compromiso con la defensa de la libertad y dignidad de las personas. De la misma forma en que los discípulos de Jesús encontraron resistencia y fueron criticados y atacados tanto por el conservadurismo ortodoxo judío y las autoridades imperiales romanas, Angelelli sufrió las calumnias y ataques de un grupo elitista riojano tanto de los conservadores católicos, como del poder gobernante. Eso no le impidió acercarse a los pobres, a los obreros y campesinos, a los estudiantes y muchos religiosos, que percibían en él a un auténtico Pastor y participaban activamente en su proyecto de trabajo en la Diócesis.

No podía faltar la pregunta sobre la relación con las hijas de la Beata Catalina de María, las Hermanas Esclavas, a lo que contesta que El Padre Angelelli era un asiduo visitante de la casa de las Esclavas. En muchas oportunidades iba a celebrar la Misa. Sus visitas eran espontáneas y su conversación llana y franca se refería a las cosas cotidianas, anécdotas de sus continuos viajes por el interior de la provincia, su preocupación por la realidad social y la pobreza que se vivía en esos tiempos. Era muy fraternal y afectuoso con las hermanas de la Comunidad, a las que les ponía apodos cariñosos, en un trato muy familiar. Su humildad y austeridad eran algo propio de su persona. Ocurrió una vez en que durante una Celebración, el Obispo se arrodilló frente al Altar y varias de nosotras pudimos ver que las suelas de sus zapatos lucían sendos agujeros por donde se podían ver sus medias color púrpura.

Se notaba entonces el cariño mutuo con las hermanas ¿y con la gente? ¿qué decían de él?

La feligresía, en general, sentía un afecto inmenso y una gran fidelidad hacia Monseñor Angelelli, sin embargo, el Diario El Sol, y un grupo de laicos terratenientes conservadores denominados “Cruzados de la Fe”, fueron sus feroces detractores. Montaron una campaña en su contra, tildándolo de comunista y otras calumnias, por propiciar la formación de cooperativas de los trabajadores del campo y muchas otras labores dentro de su pastoral social.

Pidámosle el coraje de tener los zapatos gastados como los suyos.

By omalarc

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