Hoy 3 de julio, hermano y compañero querido, partiste como un rayo. Nos dejaste sin palabras. Tú que supiste enternecernos y clarificarnos con tu palabra bella, seductora, apasionada y llenita, en desminutivo, como te gustaba decir, de luz y de vida.
Gracias por tu militancia de amor popular y peronista que abrió surcos de siembra generosa y nos dejó siempre en el corazón, el canto libre de pájaros.
Te fuiste a ternurar para siempre en lugares más profundos e inconmensurables de Verdad y de justicia, junto a Wenceslao beato.
Abrazamos lagrimeando, a ti y tu entrañable familia.
Tus cumpas de militancia en el Frente Grande, en la Casa K y los y las compañeros y compañeras de trabajo de la Secretaria de DDHH a quienes nos enseñaste a soñar y “palear” esperanza.