El gobernador de Jujuy llegó a un acuerdo con Alberto Fernández y desactivó el faltazo que promovía el jefe de Gobierno. La semana que viene todos los mandatarios opositores se reunirán con Guzmán, incluso el alcalde porteño.
Por Werner Pertot para Página 12
El gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, consolidó su estrategia de dejar a Horacio Rodríguez Larreta en offside con la reunión con el ministro de Economía, Martín Guzman. Larreta había salido a decir que ni él ni los gobernadores radicales iban a concurrir a ese encuentro porque era una “reunión política”. Pero, pocas horas más tarde, tras conversaciones con el presidente Alberto Fernández, Morales lo contradijo: sostuvo que los radicales enviarían emisarios hoy porque no ir sería “una pendejada”. En la misma línea, un día más tarde, aseguró como tiro de gracia: “Esta deuda que se está negociando la contrajimos nosotros y lo menos que tenemos que hacer es ir y escuchar”. De esta forma, Larreta fue el único que no mandó a nadie al encuentro de hoy con Guzman. No obstante, según confirmaron a este diario desde el Gobierno porteño, el jefe de Gobierno irá con los gobernadores radicales a un encuentro con el ministro de Economía la semana que viene. En dos días, se dio por tierra con la posición del ala dura.
La cronología es importante para entender la jugada que le hizo Morales a Larreta -dos futuros contendientes por la presidencia en las PASO de Juntos por el Cambio- y cómo quedaron parados en público: Larreta como un intransigente; Morales, como un gobernante que acerca posiciones. La cronología fue la siguiente:
1. El presidente y Guzman anunciaron una reunión con los gobernadores para informar detalles de la negociación con el FMI.
2. El lunes, Larreta cruzó llamadas con los tres gobernadores radicales: Morales (Jujuy), Gustavo Valdez (Corrientes) y Rodolfo Suárez (Mendoza). A su vez, intervinieron otros integrantes de la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio. En esas conversaciones, hubo reparos a la posición ultra de no asistir, pero se impuso la línea más dura. Al punto de que sacaron un comunicado en el que decían que no iban a ir porque “la reunión informativa a la que fueron convocados se asemeja a una reunión política más que a una reunión institucional de trabajo”.
3. El martes, cuando lo consultaron, Larreta puso la cara para reafirmar la negativa, pese a que el Gobierno había cumplido con todas las condiciones que habían puesto para ir. En esencia, Larreta no dijo nada muy distinto a lo que afirmaba el comunicado: “Entendemos que, así como está planteada, es una reunión política más que una reunión en serio de trabajo institucional”, afirmó el jefe de Gobierno, y fue el blanco de todas las críticas del oficialismo.
4. Mientras tanto, Morales mantenía conversaciones con el presidente. Hablaron hasta cinco veces en un día. Y finalmente salió a anunciar que los radicales sí concurrirían al encuentro del miércoles -en su caso, a través del vicegobernador de Jujuy-. Primero esperó unas buenas horas a que Larreta recibiera toda la munición pesada por “irresponsable” o por no colaborar a solucionar la deuda con el FMI que dejó Macri. Luego Morales dijo que era una “pendejada” no ir y que “no hay que jugar a las escondidas con esto”. De hecho, Larreta quedó solo: a la reunión con Guzman fueron representantes de 23 distritos. Solo la Ciudad de Buenos Aires no concurrió. Lo mismo había pasado con el pacto fiscal donde Larreta fue el único que no lo firmó. Los radicales, sí.
Golpe de gracia
El miércoles mismo, Morales no solamente ratificó que había que ir a esa reunión, y que los gobernadores radicales asistirían a otra el lunes próximo con Guzman, sino que lanzó una frase que impactó en la interna de Juntos por el Cambio: “Sobre el tema de la deuda tenemos mucho que rendir cuentas todos: el kirchnerismo, el peronismo, el radicalismo, el PRO, Juntos por el Cambio, todos. Esta deuda que se está negociando la contrajimos nosotros y lo menos que tenemos que hacer es ir y escuchar”, aseguró en una entrevista con FM Urbana.
La frase tiene varios destinatarios a la vez: por un lado, Larreta, que había quedado por sus palabras públicas en la intransigencia total; en segundo lugar, Macri, que es renuente a aceptar su responsabilidad en la discusión actual por la deuda (no lo hizo, por ejemplo, cuando el FMI emitió un informe muy duro sobre su política económica) y, en tercer lugar, contra el ala dura del PRO.
De hecho, para Patricia Bullrich, Morales tuvo otro mensaje: “Van a salir los halcones, que por qué mando al vicegobernador”, la toreó. Como respuesta, el diputado Waldo Wolff le señaló que “dialogar no es ser funcional al relato”.
Para seguir poniendo distancia con el ala dura Macri-Bullrich, Morales cuestionó también la estrategia de acercarse a Javier Milei: “No comparto los acercamientos con Milei, y si alguien quiere acercarlo no cuenten con el radicalismo. Queremos que Juntos por el Cambio se ubique en el mayor centro posible en cuanto a sus proyectos”, aseguró el gobernador, pese a que no es precisamente un moderado.
Larreta al final va
En el Gobierno porteño, en tanto, informaron que finalmente Larreta concurrirá el lunes a la reunión con Guzman junto con los gobernadores radicales. Primero, se empezó a hablar de que enviarían (en condicional) a alguien y finalmente ratificaron que irá el jefe de Gobierno, a una reunión que había calificado de “política” y “poco seria”. Para el mandatario porteño, fue un recular en chancletas después de que lo dejaron solo sus aliados.
Morales se anotó así un punto en la disputa interna por la presidencia, al presentarse públicamente como el que logró tender puentes (más allá de que el larretismo afirma que ellos también estaban al tanto de las negociaciones). Esto forma parte de una estrategia de la UCR para cambiar la relación de poder con el PRO y pasar a ser el partido que conduce la alianza opositora.
Pero hay un dato más: en 48 horas, se desmoronó la posición del ala dura del PRO de evitar que los gobernantes propios colaboren de cualquier manera con resolver el tema de la deuda del FMI. No hubo respuesta en público de Bullrich a esa derrota en toda la línea que sufrieron.