Esta semana las redes ardieron. Bajo el hashtag #ChauHavanna, se puso al descubierto y se denunció un acuerdo entre la empresa de biotecnología agropecuaria Bioceres y la emblemática compañía de alfajores Havanna que buscaría desarrollar productos a partir del trigo transgénico HB4.
El anuncio lanzado desde la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) y respaldado en redes sociales, especialmente en Twitter, por figuras de reconocida trayectoria en la defensa de los derechos de la Tierra, de la calidad y soberanía alimentaria y de la salud de las comunidades, tales como el abogado ambientalista Enrique Viale, el Biólogo, filósofo e Investigador del CONICET, Guillermo Folguera y la periodista y escritora Soledad Barruti, tuvo un impacto y un altísimo nivel de conversación que no pasó desapercibido por los argentinos y, mucho menos, por las empresas en cuestión.
Así, y luego del contundente rechazo que recibió la noticia en las diferentes plataformas, fuentes de Havanna dialogaron con CarbonoNews para hacer su descargo: “No vamos a opinar de la campaña. Sin embargo y centrados en nuestros clientes y consumidores, como hacemos siempre, les hemos dicho que, en primer lugar, al día de hoy todos los productos desarrollados en Havanna no han tenido ningún tipo de intervención por Bioceres. En segundo lugar, el acuerdo es absolutamente embrionario al tal punto que ni siquiera se ha producido ni una primera reunión entre los equipos de desarrolladores para analizar hacer algo en conjunto. Y, en tercer lugar, y lo más importante, es que cada vez que Havanna lanza un producto al mercado primero es testeado por sus clientes y consumidores y luego se informa por todos los medios toda la información adicional que requiera el producto”.
Sobre la posición de la empresa, Enrique Viale manifestó: “Claramente que no hay avances porque no está autorizado en ninguna parte del mundo y para que Argentina pueda avanzar se requiere la aprobación de Brasil”. Hilando más fino sobre el descargo, el abogado expresó: “Ojalá Havanna haya tomado consciencia y decida cuidar su marca y no supeditarla a los desarrollos de una empresa que quiere hacer un producto que no está autorizado en ningún lado del mundo”, y remató: “Para eso fue esta campaña, para evitar que se avance y que se ponga un límite”.
Por su lado y con profundo conocimiento en el desarrollo de este tipo de modelo agroexportador, Folguera dio detalles del trigo transgénico. “Es un trigo hecho a partir de la colaboración de un laboratorio de Conicet, la Universidad Nacional del Litoral con la empresa Bioceres y es un trigo que tiene dos características genéticas: la resistencia a la sequía y al estrés hídrico y la otra es la resistencia a un herbicida muy tóxico que se usa actualmente que es el glufosinato de amonio”.
Para Folguera el acuerdo es parte de la expansión del modelo extractivista y agroexportador que comenzó en los años 90 y que según el propio científico lo tuvo a Felipe Solá, hoy ministro de Relaciones Exteriores, entre los grandes pergeñadores del avance de los cultivos transgénicos, en especial, la soja. “Este tipo de cultivos es intervenido por tecnología pesada para aplicar el ritmo y matriz del fordismo de producción”. Según los datos de Folguera, “Argentina está en el top ten de los países de mayor deforestación mientras que respecto al mercado del trigo, Brasil y Bolivia son los principales compradores del tipo transgénico HB4 de ahí que se necesite de la aprobación del país carioca para poder avanzar legalmente en el desarrollo del mismo”.
Concretamente a la campaña #ChauHavanna, el biólogo también expresó su deseo de que “Havana se despegue de tal acuerdo”, “no solo por el impacto en la venta de sus alfajores sino por su propia historia empresarial”. Sorprendido gratamente por el efecto abrumador de las redes sociales, Folguera analizó que “hay una mayor consciencia y empoderamiento ciudadano que está impidiendo que este tipo de negocios que atentan contra la naturaleza y contra la propia especie avancen”. En ese sentido recordó la pueblada de Mendoza para hacer retroceder al Gobierno Provincial con la modificación de la Ley 7722 que limita la megaminería y el uso de amplias sustancias contaminantes; el caso de Andalgalá, pueblo que sigue en lucha contra los avances megamineros, entre otros.
Finalmente y luego de conocer el descargo de Havanna, Barruti dijo a Carbono News: “El acuerdo que hizo Havanna con Bioceres pone en evidencia algo que, normalmente, no está presente en los fabricantes de estos productos comestibles que tiene una identidad tan publicitaria, tan construida en su imagen a lo largo de tantos años, es decir, Havanna como un emblema aspiracional, argentino, rico e inobjetable para un montón de personas y es que detrás, como en todos los productos de la góndola (también los más simpáticos), está el agronegocio, son el agronegocio”.
Fiel a su militancia por una comida sana libre de tóxicos y engaños, la periodista continuó: “La industria alimentaria viene haciéndonos partícipes de un experimento que nadie conoce en donde van introduciendo nuevos inventos del agronegocio en nuestra alimentación. La diferencia enorme que ocurrió con este caso en particular es que la marca se puso por delante siendo la representante de este invento que no está siquiera siendo cultivado masivamente en nuestro país. Y la marca se sorprende porque está tan ajena a este disgusto que puede generar en los consumidores que sale y dice esto, es decir, que no era tan así, que estábamos probando pero que si a ustedes no les gusta no lo vamos a hacer. Por eso es tan importante que las personas estén en contacto con el detrás de su alimentación. Si conocemos de qué está hecha y cómo está hecha la mayoría de la góndola no la elegirían”.
Concluyendo sobre la ruidosa campaña #ChauHavanna, la escritora agregó: “Este caso generó un cimbronazo en una alianza que viene desde hace mucho tiempo y que la mayoría de las personas desconocen”.