Por: Pedro Álvarez

(Centro de Estudios y Formación Marxista CEFMA -Partido Comunista de La Rioja)

Es preciso expresar la diferencia con países como Bolivia o Chile. Argentina no es un país de tradición minera; la minería y particularmente la destinada a la extracción de metales, históricamente ocupo un lugar marginal respecto a otras actividades extractivas, como la petrolera o la gasífera; eso se debe a que los metales presentes en el suelo argentino no se encuentran en “vetas” o grandes concentraciones, sino que se hallan dispersos en la superficie y en el interior de los cordones montañosos. Sin embargo, en la actualidad las nuevas técnicas de explotación permiten extraer oro, plata, cobre y otros metales diseminados en la roca haciendo volar cerros enteros. A diferencia de la “minería de socavón”, el mineral se obtiene dinamitando el terreno, molleando la roca y mediante procesos químicos que involucran tóxicos como el cianuro, se separan los metales. Se trata por cierto de explotaciones a gran escala, que requieren inversiones millonarias que demandan enormes cantidades de agua y energía, que el gobierno las subsidia y con el incremento de los precios internacionales se potencia la exploración de metales en la cordillera y varias multinacionales del sector vieron en nuestro país un lugar propicio para hacer grandes negocios, sin destinar grandes presupuestos en empleo.

Las promesas de trabajo que acompañan la instalación de las minas contrastan con la baja tasa de ocupación que aporta el sector ya que, por cada un millón de dólares invertidos, se crean entre 0,5 y 2 empleos directos, cabe destacar que en la Argentina apenas el 0,7 % de los asalariados registrados trabajan en la minería. Es preciso mencionar que la “mega minería a cielo abierto” según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) bajo la Alumbrera en Catamarca genera trabajo de bajo impacto de la actividad en la generación de empleo; cuando entro en operaciones en 1997 se anunció la creación de 10.000 puestos de trabajo, sin embargo estudios de la Universidad Nacional de San Martin, se habrían creado poco más de 800 puestos de trabajo de baja calidad por estar concluidos por subcontratistas, ni tampoco convencionados. La prueba esta que a 15 años de la instalación de esta empresa en Catamarca se puede observar que no existe “derrame” de riqueza generada por la megaminería como predicaban los políticos de ese momento.; al contrario, la pobreza en la provincia rondaba el 17,7 % en el año 1997.

Hoy supera el 21% y gran aporte de la población sobrevive con planes sociales. Un ejemplo: el pago de canon minero a la provincia fue de 170 millones de pesos entre 2004 y 2006. Sin embargo durante el mismo período “B La Alumbrera”, realizó exportaciones por 2.200 millones de dólares, estos son resultados de un saqueo real protegido políticamente, que no genera ni generara nuevos circuitos económicos duraderos, al contrario la megaminería a cielo abierto compite y destruye actividades económicas tradicionales y sanas como la agricultura la ganadería y el turismo que son actividades y modos de vida históricos y conocidos por el pueblo riojano en general y del cordón del Bermejo en particular; máxime cuando se pone en riesgo la seguridad, la salud y hasta la vida de las personas, por la codicia de aquellos inescrupulosos mercaderes de la muerte, que transitan por el mundo llevando desolación, destrucción y miseria en pos de ganancias perversas. Pueblo de La Rioja por esto y por mucho más tenemos el deber como ciudadanos y humanos de ponernos de pie y decirles con más fuerza que nunca y para siempre.

By omalarc

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