Una reflexión sobre el proceso electoral

Hace 40 años una generación entera asumía el compromiso de acabar con la represión, el terrorismo y la censura de la larga noche de la dictadura, y enfrentar con valentía el camino de la democracia, la república y el federalismo de la Constitución. Y fue nada menos que Raúl Alfonsín, quien entonando el rezo laico del Preámbulo, encabezó la vanguardia del radicalismo primero, y de todo el pueblo después. 

Sin embargo, en ese largo camino que iniciamos, han quedado muchas deudas: la pobreza del 50 por ciento en general y de más 60% de nuestros niños y adolescentes condena al hambre y a la miseria a millones de argentinos; una salud cada vez más deficiente es rehén de un Estado ineficaz, obras sociales mafiosas y empresas desaprensivas, y no atiende las necesidades básicas; el sistema educativo ha dejado de ser el rasero de la igualdad de los argentinos  para convertirse en signo de la decadencia social y moral, abandonando a los que menos tienen y sobreviviendo apenas para las clases medias, otrora forjadas a la luz de la Ley 1.420 y la Reforma Universitaria. 

Buscando cumplir con la consigna señalada por los argentinos, el radicalismo ha emprendido diversas estrategias para sumar mayorías y lograr gobiernos, y en ese camino muchas veces resignamos el protagonismo de nuestra fuerza y sus líderes para mejorar los resultados electorales, tratando de construir acuerdos programáticos que  garantizaran nuestros objetivos. 

Por primera vez en casi toda nuestra historia, nos encontramos ante una circunstancia donde no hay un líder radical ni de sus aliados como opción electoral. Necesariamente tenemos que iniciar un proceso de debate y reconstrucción interna para convertirnos nuevamente en una herramienta útil a la sociedad. Pero no podemos ni debemos dejar a los argentinos a la deriva. 

Nacimos como una fuerza defensora de la libertad política y las garantías de la república para lograr transformaciones profundas que mejoren la vida de nuestro pueblo. Hoy los convocamos a votar, a elegir, a no quedarnos en casa como cómodos espectadores ni pretender que ningún caudillo nos salve. Hay dos fórmulas y hasta existe la posibilidad de votar de otras maneras que expresen nuestro sentir y pensar. 

Pero esta democracia, esta república, han costado mucho, tal vez demasiado, para tirarlas a un costado no yendo a votar, despreciando la oportunidad de elegir y expresarse sobre el destino del país y su gente. 

Para el radicalismo queda el lugar de la oposición: el control y la vigilancia de quienes gobiernan, la propuesta parlamentaria para mejorar lo posible, la construcción ciudadana para la participación y la tolerancia. Ahí nos encontrarán mientras nos preparamos para el próximo turno electoral. Pueden contar siempre con nosotros.-

COMITÉ CENTRAL DE LA PROVINCIA

UNIÓN CÍVICA RADICAL

DISTRITO LA RIOJA

By omalarc

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