Hace semanas que están caminando, cada vez son más las personas que se suman: la iniciativa fue de un grupo de mujeres indígenas, guardianas de los territorios, sus recursos naturales y nuestro ecosistema. Organizadas en el Movimiento cuya representante más visible es Moira Milán, referentas de las 36 naciones originarias que habitan suelo argentino, se proponen recorrer 1900 kilómetros para denunciar el terricidio, el racismo y el genocidio indígena que comenzó hace más de 200 años y continúa hasta nuestros días.
Por Estefanía Santoro
El 17 de marzo un grupo de mujeres indígenas de los diversos territorios y comunidades, integrantes del Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir, iniciaron una Caminata Plurinacional desde distintas provincias del país. Exigen que el terricidio que atenta contra sus vidas y la de la madre tierra sea considerado un crimen de lesa humanidad y lesa naturaleza. Denuncian el extractivismo que destruye los bosques nativos y la impunidad con que las empresas contaminan la tierra y el agua en connivencia con los gobiernos.
El recorrido de 1900 kilómetros culminará en la Ciudad de Buenos Aires el 24 de mayo, un día antes de cumplirse 211 años del primer grito de independencia del Estado Argentino que omitió la libertad de los pueblos indígenas. “Porque no se es libre sino se tiene un terreno apto y suficiente para la vida, si se desmontan y se queman los territorios”, asegura Neli Curia, mujer mapuche de El Bolsón.
“Sabemos de esta enfermedad, pero estamos conscientes y seguras que vamos a llegar. También sabemos que no vamos a ser escuchadas de un día para el otro, pero es ahora o nunca porque los incendios en la Patagonia y las muertes de lxs niñxs wichí fueron un antes y un después. No podemos esperar a que pase esta pandemia, no sabemos cuándo terminará porque en nuestros territorios nada ha cesado. La naturaleza nos está protegiendo para llegar a Buenos Aires sanas el 24 de mayo al grito de ¡basta de terricidio!”, cuenta Neli en comunicación con Las12.
La iniciativa de las mujeres indígenas es un llamado a la sociedad entera, un grito de auxilio y un pedido de solidaridad hacia esta campaña contra el terricidio, buscan concientizar a la población sobre la necesidad de un cambio de paradigma hacia el buen vivir, como ellas lo llaman, basado en la protección de los bienes naturales que existen en el mundo que habitamos.
La caminata fue organizada por columnas que llegan desde distintas partes del país.
Van llegando las columnas de todo el país
La columna sur conformada por hermanas de la nación Mapuche partió desde la Puel Willimapu en Corcovado, Chubut, para continuar por los pueblos y ciudades de Esquel, El Maitén, El Bolsón, Epuyen, Furilofche, Dina Huapi, Villa La Angostura y Comallo. La columna norte partió el 17 de marzo desde Roque Sáenz Peña, en Chaco, son mujeres y niñxs de la Nación Qom y Diaguita y continuaron la caminata hacia Resistencia, Paraná, Cayastá y Rosario. A medida que el recorrido se hizo visible en las distintas ciudades, se sumaron personas de manera solidaria que las acompañaron en algunos trayectos en apoyo a sus reclamos y demandas.
Neli se unió a la caminata en Jacobacci, Departamento Veinticinco de Mayo en Río Negro, ahora se encuentra en Viedma con un grupo de otras seis mujeres, después de caminar 20 kilómetros. Se sumó una hermana de La Pampa y se están organizando para mejorar la logística. Los trayectos largos no pueden realizarlos a pie, planean llegar a Bahía Blanca, respetando los protocolos. En el camino, realizarán una parada en Carmen de Patagones y de allí visitarán distintas localidades hasta llegar a Buenos Aires. En sintonía con las medidas de cuidado cambiaron algunos planes, Neli cuenta: “En un principio llamamos a una gran marcha de todas las organizaciones ambientalistas que nos iban a acompañar, pero por respeto a las medidas de cuidado por la pandemia y para no exponer a nadie, cuando lleguemos a Buenos Aires, nos congregaremos solamente el grupo de mujeres indígenas que participamos de la caminata.”
El territorio que habita Neli es una de las zonas de la Comarca andina que hace un mes ardió en llamas, un incendio que, tal como aseguran lxs vecinxs que lo perdieron todo, fueron intencionales y esconde los intereses de grandes empresas. Hace tres años Neli se unió al Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir, es artesana y alfarera, su economía quedó desbastada cuando comenzó la pandemia, al no poder vender sus productos en las ferias, subsiste con su huerta, pero piensa en sus compañeras del norte y del sur que están viviendo una situación mucho más crítica que la suya: “Nuestras hermanas que viven en territorios alejados de los centros urbanos en el norte y acá mismo en la provincia de Chubut quedaron aisladas. Las familias mapuches quedaron totalmente aisladas por la nieve sin poder salir a vender su lana y sin dinero para comprar los víveres para el invierno. Nunca estamos en las mesas de diálogo, somos personas invisibles a la hora de pensar en los protocolos, somos invisible para el Estado. Las hermanas del Norte no tienen agua, les pedían que la higiene sea prioridad cuando ni siquiera tienen agua para tomar. Este es el nuevo genocidio sobre la cuerpa indígena y las niñeces indígenas.”
En el Movimiento, trabajan desde la horizontalidad, Neli es la encargada de elevar los reclamos de las comunidades y solicitar asistencia al Estado, conoce las realidades de sus hermanas indígenas que habitan el país. Falta de agua, desnutrición, violencia de género, contaminación de los territorios, en esas condiciones viven las mujeres indígenas. Hace dos semanas la comunidad wichí una vez más fue noticia por el fallecimiento de dos niñes por desnutrición. El genocidio indígena continúa, no comenzó en enero del año pasado cuando referentes de las comunidades denunciaron que lxs niñxs en sus comunidades estaban muriendo por falta de alimentos. Las demandas son históricas y el extermino no terminó con “la conquista del desierto”, continúa hasta nuestros días “el genocidio no pasó, solo cambió de forma, seguimos siendo invisibles”, asegura Neli.
La encerrona de siempre
“Nosotras trabajamos para dar asistencia a 10 comedores que ni siquiera son comedores, sino que son espacios al aire libre donde las hermanas cocinan sobre una parrilla y la gente va a buscar un vaso de leche y una tortilla. Para enviarnos la mercadería, desde el gobierno, nos dijeron que necesitaban una planilla con nombre y apellido de cada persona y qué comida se le dio. ¡Una planilla en Excel cuando ni siquiera tienen luz en los territorios! Esos son los registros que se piden cuando el gobierno te manda alimentos a las comunidades. Si no enviamos las planillas no reciben la ayuda. Las compañeras que se encuentran en situación de violencia no tienen asistencia, el acceso a las becas progresar para les niñes que están en el secundario es imposible porque las hermanas no tienen Internet y tampoco son del todo hispano hablantes, ni hay redes para que estas cosas pueden llegar.” Así relata Neli lo que sucede en Salta, precisamente en misión chaqueña, Departamento General José de San Martín, y también en Jujuy.
Se trata de comunidades que desde febrero se encuentran esperando alimentos que no llegan. Desde las oficinas del Programa de Asistencia Crítica y Directa para la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena le informaron que el Banco de Alimentos de Nación no tiene reservas, en medio de esa espera dos niñxs wichí perdieron la vida. Ahora aguardan una respuesta del Ministerio de Desarrollo Social, sin embargo, ningún funcionario dio explicaciones sobre estas dos nuevas muertes que podrían haberse evitado.
La caminata sigue su curso entre mujeres que se acicalan, proveen alimentos, piden resguardo en los pueblos y caceríos por los que van pasando y se apañan entre ellas.
Una situación similar se repite en una comunidad ava guaraní de Misiones: “Las autoridades de Nación no le llevaron los alimentos porque la hermana, referenta de la comunidad, necesitaba un CUIL. según el protocolo del gobierno de Misiones si pasa un camión con mercadería, tiene que tener un CUIL y un lugar exacto de destino. ¿Cómo va a tener CUIL una comunidad ava guaraní que ni siquiera tiene luz?” se pregunta Neli, habla desde la tristeza, cansada de ver cómo ver se vulneran los derechos de sus hermanas.
Así se manifiesta el terricidio del que hablan las mujeres indígenas que iniciaron la caminata. Terricidio, empezar a repetirlo, todas las veces que sean necesarias hasta que sus voces sean escuchadas porque se trata del exterminio sistemático de todas las formas de vida. “Es la destrucción tanto del ecosistema tangible como del ecosistema espiritual. Existen fuerzas reguladoras que sostienen la vida, dichas fuerzas son la energía espiritual en ese territorio particular. Los pueblos indígenas estamos conectados con esa espiritualidad de manera cotidiana y basamos en esa relación nuestra organización comunitaria”, explican en los comunicados del Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir.
El genocidio indígena del siglo XXI
El terricidio es la síntesis del genocidio, el ecocidio, el feminicidio y el espistemicidio que sufren las comunidades desde el momento en que los pueblos pre existentes al Estado Nación fueron saqueados, destruidos y colonizados. Urge poner en palabras cómo se llevan a cabo estas múltiples formas de exterminio, para entenderlas, conocerlas y encontrar estrategias de resistencia.
El genocidio indígena, que comenzó hace más de 200 años, continúa hasta nuestros días cuando las comunidades son negadas, olvidadas y despojadas de sus territorios y su ancestralidad. El exterminio de los pueblos se perpetúa, solo cambiaron los métodos, hoy mueren por hambre, por contaminación, por la violencia racista institucional y por la desidia de los gobiernos.
El ecocidio es la destrucción de los territorios de manera irreversible, ocasionada por el desmonte, la tala indiscriminada, la megaminería contaminante y los incendios intencionales que dejan a las comunidades sin posibilidad de cosechar, sin agua y enferma sus cuerpos por los desechos que las empresas esparcen sin control. “Cuando nosotras estuvimos en Jacobacci nos encontramos con organizaciones medioambientales que nos contaron que el agua está contaminada con arsénico. Lo mismo está pasando en La Pampa. Las empresas mineras mueven las napas y la tierra, eso hace que se contamine el agua, ya sea por arsénico o por deslave de las empresas que usan cianuro y otras cosas para la explotación. Hay lugares donde el propio municipio les tiene que entregar agua potable a las personas porque el agua de la canilla no es apta para el consumo por el arsénico que tiene. No encontramos ningún lugar donde no haya contaminación. Esto nos afecta a todes, no solo a las comunidades indígenas, todes estamos sobre la misma tierra y bajo el mismo cielo. Necesitamos que se empiece a hablar del terricidio, que juzguen lo que han hecho las mineras y los gobiernos que han otorgado permisos a estas empresas y reparar esos lugares”, demanda Neli.
El epistemicidio es la eliminación del conocimiento, de las formas de entender y concebir la vida de las comunidades indígenas. Es la colonización que destruyó su cultura, su idioma, sus ceremonias, su medicina. Es la opresión y la negación de la identidad indígena. La iglesia católica tuvo una gran responsabilidad en esto durante sus misiones cristianas, en este sentido Neli explica: “Nosotras estamos haciendo una recuperación de nuestra espiritualidad en este caminar, vemos el ecosistema como tangible y lo que no vemos es lo intangible, es la espiritualidad de las cosas. Creemos que donde se seca un río también se retira la espiritualidad de ese lugar, por eso después cuesta tanto recomponer los ecosistemas, porque se pierde el equilibrio natural que tiene la tierra con la espiritualidad misma de las plantas. La energía de los árboles, de la montaña. Todas esas cosas se pierden cuando se mata. Esta es la forma que tenemos los pueblos indígenas de concebir la vida, la colonización, la Iglesia mató nuestra forma de vida ancestral.”
Moira Millán, referenta de las Mujeres Indígenas por el Buen Vivir. Fotos: Jade Sívori.
Las flores nativas en rebelión
Las mujeres indígenas definen el feminicidio como “el asesinato organizado y continuo de las empresas terricidas que atacan a las mujeres en las comunidades por motivos económicos”, es también la violencia patriarcal que sufren y es el Estado que no protege ni asiste a esas mujeres. “Los hombres indígenas también ejercen violencia, el patriarcado está presente dentro de las comunidades con la misma violencia que está presente en todas partes, asegura Neli y agrega: “a veces nos es muy difícil llegar a algunas comunidades, nosotras somos mujeres antipatriarcales y donde hay caciques, lonkos o referentes masculinos no nos respetan. En las comisarías de Chaco, Formosa, Salta cuando una mujer indígena se dirige para hacer una denuncia la policía no se las quiere tomar, les dicen ‘es cosa de indias’. Tenemos también la barrera idiomática, no se han tomado las denuncias de niñas violadas, violentadas, y asesinadas. Cuando nos pasa esto a veces tampoco tenemos el acompañamiento de organizaciones feministas, por ser mujeres indígenas nuestras muertas no tienen la misma repercusión mediática que tienen otras muertes.”
Los gobiernos, el Estado y las empresas extractivistas son los responsables de esta matanza, los terricidas que cegados por el poder y el dinero perpetúan la opresión hacia las comunidades. Caminan hermanadas para frenar la destrucción de la vida y los territorios, en sus pasos buscan desterrar el racismo que sufrieron sus ancestras y que se perpetúa hasta nuestros días. Están reconstruyendo el Buen vivir, recuperando la sabiduría indígena. Son las flores nativas en rebelión.