Con un documento publicado en 2021, la Organización Mundial de la Salud advertía sobre las consecuencias potencialmente dañinas para el ambiente de liberar mosquitos genéticamente modificados.
Como publicó oportunamente Diario Mendoza Today, el Gobierno de Mendoza liberó en octubre más de 10 mil mosquitos genéticamente modificados, desarrollados por el Instituto de Sanidad y Calidad Agropecuaria de Mendoza (ISCAMEN). Si bien no es la primera vez que se utiliza la Técnica del Insecto Estéril (Steril Insect Technique en inglés) en esta provincia, habiendo ya sido utilizada para controlar plagas como la mosca del mediterráneo, sí es novedosa su implementación para el combate del dengue.
Esta técnica y sus posibles consecuencias dañinas para la comunidad y el medioambiente (junto a las de toda la amplia gama de investigaciones génicas que se realizan sobre estos insectos) fue evaluada y discutida por la Organización Mundial de la Salud cuando publicó en 2021 una versión actualizada de su documento “Guidance framework for testing of genetically modified mosquitoes”, traducible como “Marco para evaluar mosquitos genéticamente modificados”.
La cría intensiva y posterior liberación de estos mosquitos, ejemplares machos de Aedes Aegypti que han sido esterilizados mediante irradiación con rayos gamma, busca causar una progresiva disminución en las poblaciones de estos insectos, ya que los machos estériles compiten con los presentes en estado salvaje para aparearse con las hembras. Los huevos que se generan producto de estos apareamientos no darán lugar al nacimiento de larvas, reduciendo significativamente de esta manera la cantidad de nuevos ejemplares.
Este método puede resultar novedoso para el público en general, especialmente en lo que al combate del dengue y demás enfermedades virales transmitidas por mosquitos vectores refiere, pero se utiliza hace años en otros países para el control de estas infecciones y varios tipos de plaga perjudiciales para la producción agrícola.
Las experiencias hasta ahora realizadas han sido discretamente exitosas, por lo que se ha avanzado en la investigación, buscando optimizar los efectos deseados y aumentar la cantidad de usos posibles. No se trata entonces de un experimento, más bien, es la implementación de una técnica de comprobada eficacia, con un impacto presumiblemente limitado en el medioambiente comparado con la utilización de, por ejemplo, insecticidas.
Sin embargo, surge una serie de planteos éticos respecto a si es oportuno o legal exponer, sin previa consulta, a la población de una determinada localidad (el barrio Bermejo en la localidad de Guaymallén en el caso de Mendoza) o a una comunidad a la liberación al estado salvaje de estos mosquitos genéticamente modificados. La OMS enumera en su documento todos los posibles riesgos y daños que podrían ocasionarse a raíz de la proliferación de estos insectos de laboratorio.
En la página 58 del informe, la Organización Mundial de la Salud resume en una tabla los principales riesgos que liberar al estado salvaje mosquitos (pertenecientes a una especie vector de infecciones virales) genéticamente modificados podría representar tanto para la salud de la comunidad como para el medioambiente. Se presenta la posibilidad de que aumente la prevalencia de la especie vector, que esta sufra una alteración que derive en una incrementada capacidad para transmitir patógenos o que para el ser humano se vuelva incontrolable la población de mosquitos con métodos convencionales. También podría verse incrementada la toxicidad o la alergenicidad de los insectos, así como la virulencia de uno o más patógenos de la que esta especie, Aedes Aegypti, es vector.
Respecto a los posibles daños para el medioambiente, se menciona la posibilidad de que los genes modificados se transmitan a otras especies generando un daño al ecosistema o que, en el caso de ser exitosa la erradicación del mosquito, la desaparición de esta especie termine siendo perjudicial para tantas otras que de ella dependen para alimentarse. Por otra parte, la OMS advierte que podrían generarse efectos secundarios indeseados (como un aumento en la prevalencia de especies competidoras dañinas) o de orden superior que afecten a la comunidad ecológica en su conjunto.
Fuente: Diario Mendoza / 1 noviembre, 2024