Genocidio en Palestina
El genocidio contra el pueblo palestino en la Franja de Gaza se recrudeció desde hace más de 20 meses, sin embargo, continúa sin despertar el repudio mundial a pesar de ser un hecho de una deshumanización sin precedentes. Las imágenes que circulan de la violencia más feroz desatada en manos del Estado de Israel con el apoyo de Estados Unidos, incluyen bebés heridxs y asesinadxs, bombardeos a civiles, personas muriendo de hambre, totalmente aisladas, sin agua, ni luz, ni gas. Carolina Bracco, politóloga y especialista en el Mundo Árabe, reflexiona sobre el accionar del Estado de Israel con el apoyo de Estados Unidos, qué papel juega el supremacismo blanco occidental y las consecuencias del apoyo de Javier Milei al dictador Benjamin Netanyahu.
Por Estefanía Santoro
Las cifras del genocidio en la Franja de Gaza aumentan a diario. En los últimos dos meses la ONU denunció que el Estado de Israel asesinó a más de 500 personas. Además, expulsó a todas las organizaciones de ayuda humanitaria que se encontraban brindando asistencia en la zona. Según fuentes médicas palestinas, tan solo en la madrugada del domingo pasado otro ataque israelí mató a 44 civiles.
La situación humanitaria en la Franja de Gaza es traumática, lxs niñxs son quienes más sufren las violaciones a sus derechos humanos, según alertó el mes pasado la directora de Protección Infantil de UNICEF, Sheema Sen Gupta, ante el Consejo de Seguridad de la ONU. En su discurso aseguró que “en ningún otro lugar del mundo” se registraron violaciones a los derechos de lxs niñxs al nivel de lo que sucede en Gaza, donde el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, mantiene un ataque diario desde el siete de octubre de 2023 y que dejó a la fecha más de 50 mil muertxs aunque se presume que son muchos más, debido a que también hay decenas de miles de desapariciones de ciudananxs palestinxs y fallecidxs bajo los escombros producto de los incontables bombardeos.
Carolina Bracco es politóloga especializada en la resistencia en Medio Oriente y la cultura árabe. Con su corazón vinculado a la causa palestina desde los 90, entre 2007 y 2011 Bracco viajó a Egipto donde presenció algunos de los acontecimientos de la primavera árabe, una serie de rebeliones que se produjeron como respuesta a la opresión y la violencia contra países árabes como Túnez, Egipto, Siria, Yemen, Libia y Bahréin.
Actualmente se desempeña como profesora e investigadora en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, donde dicta seminarios de doctorado. Además, brinda talleres y cursos de divulgación sobre la resistencia en Medio Oriente de movimientos de mujeres en el mundo árabe, con la participación de activistas y académicas de Palestina y Líbano.
¿Cuáles son los puntos principales para entender que Israel está llevando un genocidio en Gaza y qué tipos de violencia ejerce Israel sobre el pueblo palestino?
–La propia existencia de Israel se basa en el borramiento y el exterminio del pueblo palestino. Desde su creación en 1948, sus sucesivos gobiernos, tanto de derecha como izquierda, han perpetrado múltiples crímenes contra la población nativa que incluyen las sucesivas matanzas, el apartheid, la violencia sexual, la marginación, la desaparición de personas, el encarcelamiento sin juicio (incluso de infancias) y un largo etcétera. En ese contexto, el genocidio se enmarca en una política de limpieza étnica sostenida a lo largo del tiempo y que es el producto de una sociedad militarizada, fundada en la deshumanización de la población palestina.
Una política de la destrucción
En los primeros días del ataque, el ejército israelí intentaba justificar su política de destrucción. “Se disparó un misil desde ese lugar” o “Era la casa de un miembro de Hamás” eran las excusas (siempre incuestionadas) que el ejército israelí ofrecía no solo a la prensa extranjera, sino también a los propios israelíes. Con el tiempo, esas excusas se han abandonado por completo, y ahora vemos, con orgullo por parte de algunos, cómo los soldados israelíes publican una y otra vez fotos y videos de zonas enteras de Gaza completamente arrasadas. “Así como arrasamos Rafah, arrasaremos toda Gaza”, dijo el ultranacionalista ministro de Finanzas israelí Bezalel Smotrich. Ya no se necesitan excusas.
Netanyahu, que está prófugo de la Corte Penal Internacional, ha convertido Gaza en un cementerio de infancias, con la complicidad internacional y el aval de la gran mayoría de la sociedad israelí que, como Trump, quieren “borrar Gaza”. La cantidad de crímenes cometidos por Israel en el terreno es innumerable; desplazamiento forzado, bombardeo a hospitales, universidades, secuestros, arrestos ilegales, torturas, violencia sexual, hambruna forzada, hablamos de más de 65 mil niños y niñas palestinas asesinadas por Israel, que están muriendo literalmente en este momento de hambre, frío, heridas, sed e infecciones, para no hablar del terrible trauma individual y colectivo que los marcará para siempre.
¿Qué significa hablar de la hegemonía israelí?
–Para explicarlo puede ser útil la definición de Gramsci de hegemonía. Gramsci decía que la hegemonía no se trata solo de tener el poder político o económico, sino también de ejercer una especie de liderazgo intelectual y moral sobre la sociedad. Es decir, una clase dominante logra que sus ideas y valores sean vistos por el resto como algo normal, casi de sentido común, no tanto por la fuerza, sino porque convence, persuade y consigue consenso. Esto es lo que Israel ha logrado al interior de su sociedad e impuesto a todo el mundo. Por eso yo hablo de la “gazificación del orden mundial”, porque lo que se exporta desde Israel no es solo armas, sino también un modelo que normaliza el asedio, la vigilancia extrema y la deshumanización como mecanismos de control.
Hablar de hegemonía israelí dentro de este marco conceptual, es además hablar de supremacismo blanco/occidental, donde predomina una mirada colonial (que siempre es violenta) sobre la sociedad palestina como atrasada, deshumanizada e incluso animalizada. Allí la igualdad de la mujer como barómetro de civilización está en el centro de la narrativa, tal como se vio también para el caso iraní.
Y esto lo vemos no sólo en los terribles casos de violencia sexual cometidos contra toda la población palestina, sino también en la sexualización por parte del ejército israelí de las soldadas que están literalmente cometiendo un genocidio. Si bien las soldadas a menudo se representan como prueba de la igualdad de género en comparación con las mujeres “oprimidas” del país invadido/ocupado su sexualización y feminización (es decir, el énfasis en sus características femeninas) es comúnmente utilizado por los regímenes militares para distinguir a las mujeres de los hombres soldados, para que no disputen el poder de los hombres/roles masculinizados. Incluso dentro de espacios militarizados el acceso de las mujeres al poder no es el mismo que el de los hombres. La propaganda del ejército israelí también utiliza la sexualización de las mujeres para hacer que la violencia parezca menos “violenta”, ya que la violencia militarista está muy ligada a la masculinidad. Una mujer que mata personas palestinas, libanesas, sirias, yemeníes, iraníes es de alguna manera menos atroz, porque la violencia feminizada no es la violencia que conocemos ni la que asociamos con los crímenes de guerra.
¿Qué consecuencias tiene para Argentina el apoyo del presidente Javier Milei a Israel? ¿Es peligroso?
–La inmensa mayoría de los políticos argentinos son afines a Israel. Con excepción de los dirigentes del FIT, que están siendo por ello perseguidos mediática y judicialmente, todos han apoyado de alguna u otra manera a Israel, ya sea con acto u omisión. Milei, en su afán por pertenecer a la élite del poder mundial ha exacerbado esta tendencia. El peligro al que nos enfrentamos es, no sólo la asignación de fondos del Estado a subsidios y pensiones a ciudadanos israelíes en un contexto de abandono de esas mismas políticas para los argentinos, sino también la persecución y la criminalización del activismo pro-palestino tal como se está dando en otros lugares del mundo. Por eso es importante hoy más que nunca seguir denunciando y mantenernos firmes no sólo en visibilizar el genocidio en Gaza sino también en reclamar el castigo a sus responsables directos e indirectos.
¿Qué consecuencias trae la alianza militar entre Trump y Netanyahu?
–Algo interesante sucedió hace dos semanas. Y es que, desde el involucramiento de Estados Unidos en la guerra contra Irán, que Israel anhela hace por lo menos 20 años, esta alianza que además de militar es política (todos los políticos estadounidenses salieron rápidamente a respaldar a Israel) presenta por primera vez una grieta. Trump, después de bombardear Irán en una operación fugaz -además de ilegal e inconstitucional- anunció un alto al fuego que Israel se negó a acatar, tras lo cual el presidente estadounidense se manifestó “muy disgustado” con Israel. Trump deberá decidir ahora cómo proceder para detener la guerra o si se convierte en prisionero de circunstancias impredecibles y de las maniobras de Netanyahu. Yo creo que, si Trump insiste en que Israel se detenga, eso es exactamente lo que va a pasar. Y tiene razones para hacerlo: desde el equilibrio político interno del mundo “Make America Great Again” y su base de apoyo (basada en gran parte a la promesa de que no iniciaría más guerras), hasta las consecuencias económicas derivadas del conflicto, y el riesgo de que las aventuras militares impulsadas por Israel en Medio Oriente puedan hacer descarrilar su presidencia.
¿Qué intereses tiene Estados Unidos en Irán?
–Estados Unidos e Israel siempre muestran a Irán como una gran amenaza, un “Estado terrorista” que hay que aislar o derribar, pero lo que nunca dicen es que ellos mismos ayudaron a crear ese régimen. Todo empezó en 1953, cuando Estados Unidos y Reino Unido dieron un golpe de Estado contra el primer ministro Mossadegh por haber nacionalizado el petróleo, y pusieron en su lugar al Shah, un dictador aliado de Occidente que aplastó cualquier oposición democrática. Décadas después, en 1979, el pueblo iraní se levantó y logró derrocarlo, pero como Estados Unidos ya había eliminado todas las alternativas laicas o progresistas, lo único que quedaba organizado era el sector religioso, y así nació la República Islámica. Desde entonces, Irán se convirtió en objetivo permanente, no solo por su ideología, sino porque es un país con muchos recursos, que no se deja controlar y que tiene peso en la región. Mientras tanto, Estados Unidos e Israel usan el discurso de la “liberación” para justificar sanciones que no afectan a los gobernantes, sino a la gente común, y lo hacen mientras en sus propios países mantienen sistemas de represión, violencia policial y racismo estructural.
En un principio se decía que Estados Unidos quería un cambio de régimen. Incluso en programas políticos de televisión invitaron a Reza Pahlavi, hijo del Shah derrocado en 1979. Pahlavi aprovechó el espacio para llamar a los iraníes a levantarse contra sus líderes. El planteamiento, totalmente confeccionado por Israel, es que la sociedad iraní está desesperada por liberarse del yugo de la dictadura islámica y regresar a los días felices del gobierno monárquico bajo los Pahlavi. Es un análisis más que absurdo del Irán moderno. Los temidos Pahlavi solo llegaron y se mantuvieron en el poder porque Israel, Gran Bretaña y Estados Unidos intervinieron activamente en Irán para sostenerlos durante décadas. En una muestra de la inconsistencia política del momento, Reza Pahlavi dejó de seguir y bloqueó a Donald Trump en redes sociales después de que este anunciara el alto el fuego, lo que evidencia hasta qué punto las alianzas e intereses detrás de esta narrativa están marcados por el oportunismo y la incoherencia. Habrá que ver en los próximos días si continúan las hostilidades entre Irán e Israel.
Puede ser que la guerra haya terminado, pero el genocidio continúa.
Fuente: Página/12 – 11 de julio de 2025 –