Por Carlos Balmaceda
En principio, observen quién es el receptor, a partir del que toda la corporación periodística continuará la línea del anuncio: Joaquín Morales Solá, histórico de “Clarín”, hace tiempo en “La Nación” y hombre de confianza del entrevistado, no por cercanía personal tal vez, pero sí porque ha sido un confiable hombre del poder desde hace medio siglo.
El es quien le decía a un Bussi en uniforme de combate “general”, en medio de la represión tucumana.
Le bastan pocos minutos para la advertencia, pero cada palabra, cada frase es un hilvanado perverso que contiene una amenaza mafiosa hecha a escala estatal.
Por primera vez, aparece en el discurso oficial el actor que catapultó a Milei a la presidencia: los lumpenes.
Como si fuera poco, bautiza como “orcos” a los que se opongan a las medidas de Milei. No sé nada de la saga de “El Señor de los Anillos”, así que tuve que buscar de qué se trataba.
Orco entre otras acepciones, remite al infierno, pero en la que sería la más adecuada en este contexto, es una facción, raza, tribu, un grupo armado en pugna con otros al servicio del demonio.
Tal vez Macri inaugura con la palabra una narrativa similar a la que acude cualquier régimen terrorista para deshumanizar, esencializando, un grupo a destruir.
Desde el “no ahorre sangre de gauchos” de Sarmiento, pasando por los “animales humanos” en Gaza, o las ratas y cucarachas del régimen nazi, el mote esencialista es recurrente.
Pero toda la intervención es tan vieja como que remite a la obra “El 18 Brumario” de Carlos Marx, a las revueltas que se produjeron en 1848 y que pusieron en jaque a Luis Bonaparte, hasta que éste recurrió al lumpenproletariat, a los desclasados para sofocarla.
Marx define así la situación: “Bajo el pretexto de crear una sociedad de beneficencia, se organizó al lumpemproletariado de París en secciones secretas, cada una de ellas dirigida por agentes bonapartistas y un general bonapartista a la cabeza de todas. Junto a roués arruinados, con equívocos medios de vida y de equívoca procedencia, junto a vástagos degenerados y aventureros de la burguesía, vagabundos, licenciados de tropa, licenciados de presidio…”; la enumeración es larguísima, pero apunta a todo elemento marginal incapaz de asociarse con la clase trabajadora, peor aún, dispuestos a combatirla.
Volvamos a la entrevista y este fragmento tan breve pero que habrá que archivar como una pieza de la retórica política, un ejemplo perverso de lo que un lumpenburgués asociado al capital financiero anuncia que le hará al país.
Para buscar un símil, imaginen un tipo atado en una silla, ensangrentado, casi inconciente, al que rodean sus torturadores. De pronto, en la soledad de un enorme galpón oscuro, refulge la figura de un señorón con largo sobretodo que marca con cada paso el ritmo de un metrónomo aplomado. Resuena la suela de sus zapatos sobre el cemento y cuando llega hasta el castigado, le ofrece un cigarrillo y le dice “debes colaborar, porque este muchacho tiene una motosierra”.
Imagínense a Don Corleono o Tony Soprano diciendo esto, advirtiendo, en este caso a los “gobernadores” qué harán sus perros rabiosos –el loco de la motosierra, los lumpenes que quieren una “vida digna”- cuando él los suelte.
Nos dice en la cara a todos que el proyecto en la calle dependerá de cómo se enfrentará a esos lumpenes, lo que empieza a armar un rompecabezas definitivo: ahora se entiende por qué ese muerto de ayer en Rosario, con un mensaje: “si gana Milei, habrá muchas más muertes como ésta”, algo tan simple de encargar a un lumpen en Rosario, y tan a cuento de lo que el mafioso afirma.
Será cuestión de calentar el ambiente con un par de muertos y advertencias más, y después, justificar la masacre.
La advertencia es transparente: “si los gobernadores no quieren”, no menciona a la policía, el ejército o la gendarmería, pone en primera fila a los lumpenes.
Así, Milei aparece como su “sicario”, el “muchacho que viene con una motosierra” (de paso, instrumento de tortura con el que le cortaron las manos al “Nono” Lizaso) y los “muchachos” que se enfrentarán en la calle a los orcos.
La otra pieza del rompecabezas son los copitos y Revolución Federal, organizados y financiados por el propio macrismo desde hace más de un año.
Evidentemente, se trató de un ensayo, los lumpenes estaban ahí, entrenados, con la suficiente gimnasia revolucionaria (esta palabra usa Macri, la misma que acertadamente repite Moreno cuando habla de armar un “ejército blanco” contra los “revolucionarios”).
Por supuesto, en su discurso menciona a los gobernadores porque sabe que un corte en la coparticipación pondrá en pie de guerra a las provincias, y que los que saldrán a la calle serán los laburantes, agrupaciones de izquierda, ciudadanos sueltos, a los que evidentemente no les van a largar las fuerzas policiales para evitar la mala prensa, sino estos lumpenes.
El escenario nos remite a las guarimbas venezolanas, el proyecto a largo plazo, una guerra civil iniciada por lumpenes que la sociedad verá como los “jóvenes idealistas” (vaya paradoja) que quieren mejorar sus condiciones de vida.
Vamos a citarlo punto por punto.
“Hoy hay un mandato popular muy profundo, y encima que es dado por los jóvenes. Los jóvenes no se van a quedar en casa si estos señores empiezan a tirar toneladas de piedras. Los jóvenes van a defender su oportunidad. Entonces ellos van a tener que medir muy bien, los orcos, cuando quieran salir a la calle”.
Acota Morales Solá: “no solo son jóvenes de clase media y de clase alta, hay clase baja también”.
El aporte es clave al discurso, lo completa. La idea es resaltar el carácter lumpen, y reforzar el virtual llamado de Macri a las calles, legitimando la condición social: no son los señoritos de la Liga Patriótica, no son los Comandos Civiles, tampoco, aunque estaba formada por lumpenes, es la Triple A, son lumpenes que saldrán a cara descubierta a combatir al lado del poder.
Sigue Macri:
“El núcleo de jóvenes revolucionarios de Javier Milei son jóvenes que trabajan y que reclaman una oportunidad de poder trabajar y ahorrar, no trabajar y estar debajo de la línea de pobreza. Y ellos están muy firmes, muuuy firmes, han arrastrado a sus padres, nosotros hemos arrastrado a nuestros votantes…”
Así que el capomafia, el lumpenburgués, avisa aquí que será imposible parar a gente que quiere un futuro, que ellos querrían que todo se dé de una manera civilizada, pero que, ay, no podrán hacerlo, y los culpables son los orcos.
Estamos viviendo la más absoluta perversión (dar vuelta las cosas) para anunciar esto, Milei usa la frase “dentro de la ley todo, fuera de la ley, nada”.
La lucha, tal como el mismo Macri la define, adquiere visos míticos, porque si nosotros somos fuerzas satánicas, y ellos la “fuerza de los cielos”, entonces se trata de una batalla que está fuera de la historia.
Todo lo contrario. Está situada en un momento preciso y trágico de la historia.
Cuando Francisco dijo que asistíamos a la tercera guerra mundial por partes, se refería a Siria en aquel momento, que luego fue Ucrania, donde ya termina, ahora, Gaza.
Prepárense para vivir el capítulo argentino.
https://youtu.be/kIepD6_234w?si=XwphRcK1lZSeOFZe