Durante varias horas distintas organizaciones humanitarias intentaron en vano conseguir ayuda de los Estados europeos para socorrer a los migrantes.
El papa Francisco calificó de “vergüenza” la muerte de 130 migrantes tras un naufragio en el mar Mediterráneo, y se declaró “muy entristecido por la tragedia”. El jueves pasado el barco Ocean Viking, de la ONG SOS Méditerráneo, llegó a la zona convertida en “un mar de cadáveres” ante la alerta de Alarm Phone, un servicio telefónico de ayuda a los inmigrantes. Durante varias horas distintas organizaciones humanitarias intentaron en vano conseguir ayuda de los Estados europeos para socorrer a los migrantes que, tal como ocurre cotidianamente, intentaban cruzar el mar en condiciones infrahumanas.
“Les confieso que estoy muy entristecido por la tragedia que, una vez más, se ha producido estos últimos días en el Mediterráneo. Hermanos y hermanas, interroguémonos sobre esta enésima tragedia. Es un momento de vergüenza”, dijo Francisco a los fieles luego de una oración en la plaza San Pedro del Vaticano. “Eran personas, seres humanos y durante dos días han estado implorando en vano una ayuda que no ha llegado”, aseguró el pontífice.
El barco Ocean Viking y tres naves mercantes estuvieron horas buscando sobrevivientes sin éxito hasta que el jueves pasado detectaron cerca de las costas de Libia decenas de cuerpos al lado de una barca neumática, que volcó mientras viajaban en ella unos 130 migrantes. Alarm Phone había alertado el miércoles que las barcazas en las que viajaban estaban en gran dificultad por la marea. Las embarcaciones habían zarpado desde Libia con olas de hasta seis metros.
Ante los fieles congregados en la plaza de San Pedro y antes de guardar un minuto de silencio el papa Francisco pidió un rezo “por estos hermanos y hermanas y por tantos que siguen muriendo en estos dramáticos viajes”, al tiempo que pidió una oración “por aquellos que pueden ayudar pero prefieren mirar hacia otro lado”. Las ONG humanitarias acusan a los países de la Unión Europea no solo de no querer socorrer a los migrantes en peligro, sino también de impedir sus actividades de salvamento.
“Estas son las consecuencias humanas de las políticas que no respetan el derecho internacional y los imperativos humanitarios más básicos”, escribió en sus redes sociales el director de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), Eugenio Ambrosi, poco después de darse a conocer el dramático naufragio. En paralelo la vocera del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos (UNCHR), Carlotta Sami, se preguntó: “¿Cuándo será suficiente? Pobres personas. Cuántas esperanzas, cuántos miedos. Destinadas a chocar contra tanta indiferencia”.
El enviado para la situación del Mediterráneo Central y Occidental de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Vicent Cochetel, fue un paso más allá: “Los Estados tienen drones, aviones, equipos de telecomunicaciones sofisticados, barcos, pero la gente sigue muriendo en las costas del norte de África. El rescate predecible en el mar, los acuerdos de desembarco y la solidaridad con las soluciones posteriores son más necesarios que nunca”.
“Si se hubiera estrellado un avión de pasajeros, hubieran acudido las Fuerzas Armadas de media Europa, pero sólo eran emigrantes, estiércol del cementerio mediterráneo para quienes no vale la pena correr, y de hecho nos quedamos solos”, resumió con indignación Alessandro Porro, presidente de SOS Mediterráneo y miembro de la tripulación del barco de la ONG francesa que avistó los cuerpos en las costas de Libia.
Según la OIM, al menos 453 migrantes murieron ahogados en el mar Mediterráneo desde principios de 2021, la mayoría de ellos en la ruta central que conecta las costas de Túnez y Libia con las de Italia.
Fuente: Página 12