11 de los 27 ingenios que funcionaban en 1966 en la capital de la provincia dejaron de funcionar por decisión del dictador. El libro aborda las nefastas consecuencias de aquella decisión, que se extienden hasta nuestros días.
Por Ailín Bullentini para Página 12
Como en el resto del país y en el resto del mundo, la pandemia obligó en Tucumán a reconfigurar los vínculos educativos, algo que complicó aún más una tarea que Silvia Nassif, Daniela Wieder y Ximena Rosich –docentes de Historia que se desempeñan en el nivel secundario, terciario y universitario–, se venían proponiendo hace tiempo en sus diferentes espacios de enseñanza: “Cómo hablarle al futuro tucumano de nuestro presente desde nuestro pasado”. El año pasado, la provincia estableció por ley la incorporación de historia local en la currícula de contenidos educativos. “Pero no hay material con el que trabajar. Existen investigaciones pero son difíciles de bajarlas al terreno: no cuentan con el lenguaje apropiado, son extensas por demás. Así que nos propusimos hacerlo”, sostuvo Nassif sobre la creación “¿Por qué arde Tucumán?”, un libro dedicado a trabajar en las aulas el cierre de ingenios azucareros que propició la dictadura de Juan Carlos Onganía entre 1966 y 1973 y que generó efectos económicos y sociales, así como conflictos, que se viven hasta hoy.
“En Tucumán no hay nadie que no esté vinculado o vinculada con la industria azucarera”, asegura Nassif en diálogo con PáginaI12 retomando una idea que plantean en el prólogo del flamante libro ella y sus compañeras de estudios y amigas. completa: “Siempre hay algún familiar o conocido que trabaja o trabajó para algún ingenio azucarero; que suele ver los cañaverales arder en invierno o alguna chimenea de algún ingenio abandonado en su paisaje cotidiano”.
En este 2021 se cumplen 55 años de la decisión con la que Onganía, en su mal llamada “Revolución Argentina”, y por decreto, destruyó un tercio de la industria que llegó a emplear a 100 mil tucumanos en su época de auge. Aquel decreto fue fechado el 22 de agosto de 1966. Ese día, desde hace algunos meses, fue nombrado “Día nacional de desagravio al pueblo tucumano por el cierre masivo de ingenios azucareros”, tras una ley avalada en el Congreso nacional.
“Hablar de qué le ocurrió a la provincia, a sus habitantes, a nuestras familias, cuando 11 ingenios de los 27 que funcionaban entonces en la ciudad capital y en cada pueblo a lo largo de la ruta nacional 38 –por la que desde Buenos Aires se ingresa a la provincia– dejaron de funcionar, tiene que ver con nuestra identidad, nos ayuda a comprender mejor nuestro presente”, apuntó la profesora que, al igual que sus colegas, contaba con esa intención desde hacía tiempo y se topaba con la falta de material donde apoyar el proceso de aprendizaje.
De esa necesidad nace “¿Por qué arde Tucumán?”, con especial dedicación a les estudiantes de secundario. Desde su diseño y propuesta visual “¿Por qué arde Tucumán?” persigue un objetivo primordialmente pedagógico. Cuenta la historia desde el texto, pero también desde las imágenes y las herramientas para trabajar el contenido que los acompañan: posibles actividades introductorias, viñetas que hacen zoom en palabras específicas, en personajes diversos y que traducen algunos hechos en historietas; mapas, cuadros comparativos. “Pensamos en los docentes pero sobre todo en los estudiantes, que son el futuro”, insistió Nassif.
La eliminación de la mitad de los puestos de trabajo que albergaba la industria azucarera a nivel provincial, la concentración de la producción en pocas manos, la explotación de los trabajadores que se mantuvieron en pie, la desaparición de pueblos enteros que vivían de esa actividad que nunca se reemplazó “y la catástrofe social terrible” que provocó el cierre de un tercio de los ingenios azucareros en la provincia es una de los ejes del libro que presentan mañana (lunes 23 de agosto a las 19) las autoras a través del canal oficial de YouTube de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán.
El otro, y quizá el más jugoso, son las luchas obreras que se dieron para resistir. “Siempre creímos que era importante que se sepan las razones de la miseria que se vive en la provincia, que son consecuencias de aquella catástrofe que sigue teniendo implicancias en nuestro presente, pero también sobre la enorme fortaleza y resistencia del pueblo trabajador tucumano”. La comprensión de estas luchas permite analizar el territorio provincial dentro del mapa del país en aquellos años: “Aquella crisis despierta protestas de todo el sector obrero azucarero –con la Federación Obrera Tucumana de la Industria Azucarera (Fotia) a la cabeza– que convierte a la provincia en uno de los focos de tensión social previos al Cordobazo”, indica la autora.
La “previa” de los azucareros preparó el terreno para los estallidos del Tucumanazo, en unos años más –1970/1972–. La represión voraz de la última dictadura cívico militar eclesiástica que llegó en 1976 lo deglutió todo. Son más de 350 los trabajadores registrados en la industria azucarera –de los no registrados no hay datos– los que fueron secuestrados y detenidos durante el terrorismo de Estado, incluido el 80 por ciento de la comisión directiva de Fotia. De ellos, más de la mitad permanecen desaparecidos. “Mi intención inicial, cuando comencé el doctorado, era estudiar los efectos de la dictadura en el sector obrero de Tucumán. Y no hubo nada que no me indicara que para entender ese proceso primero tenía que entender qué había pasado con el cierre de los ingenios”, confió Nassif.