El Señor de la Peña es una enorme roca con forma de rostro (Perfil y Cabellera), desprendida de las estribaciones de la Sierra del Velasco de remota fecha aún sin determinar, se estima que 2 mil años AC. Está ubicado geográficamente en el Paraje El Barreal, en el Departamento Arauco, provincia de La Rioja.
Los habitantes Diaguitas fueron los primeros en encontrar esta roca, y lo tomaron como un punto de referencia para sus cacerías de animales salvajes, además, este lugar les servía de resguardo, sombra y protección de la seca y árida extensión de tierra Arauqueña. Lo llamaron primitivamente el Dios Llastay (Protector de la montaña y la Caza).
¿Porqué lo llamaron el Dios Llastay?, porque esta etnia indígena, adoraba toda figura antropomórfica, es decir que en aquellos tiempos, los aborígenes ya descubrieron su forma de rostro humano.
Al paso del tiempo, y con la llegada de los primeros Españoles a la región, trayendo consigo la misión de Cristianizar, aprovechan esa antigua devoción indígena para inculcar de que se trataba del rostro de Cristo, desde allí es que toma este nombre, “EL SEÑOR DE LA PEÑA”
Su estampa mide aproximadamente 12 mts de altura, por unos 20 mts de periferia; tiene una tonalidad suavemente rojiza. En su cima se levanta una cruz de hierro. La naturaleza dotó al ídolo de un perfil hierático, un fuerte perfil humano con amplia frente, ojos y nariz muy pronunciados, y un prominente mentón.
El Señor de la Peña está ubicado a unos 47 km de la ciudad de Aimogasta, y a unos 90 km de la ciudad Capital Riojana,… Su devoción fue creciendo sorpresivamente con el paso del tiempo, hasta sobrepasar fronteras Riojanas e internacionales.
La cruz de hierro que tiene en su cima, fue colocada en el año 1842, por un ciudadano que residía en el Distrito Machigasta, en el departamento Arauco, Don Vicente Cedano, ayudado por arrieros vaquéanos.
Según cuenta la historia, la iglesia católica no aceptaba en ese tiempo la veneración de esta masa pétrea, hasta se enviaban custodios para evitar su adoración. Sin embargo, los lugareños solían esconderse hasta que la custodia abandonara el lugar, y así poder demostrar su devoción. De esta forma, y con el paso del tiempo, fue creciendo su feligresía.
La asunción de Monseñor Enrique Angelelli a la Diócesis Riojana en el año 1968 guiado por la orientación Pastoral del Concilio Vaticano Segundo, significó un gran paso para la aceptación “definitiva” de este lugar, como espacio de verdadero regocijo Cristiano en la iglesia católica. Por entonces, fue el cura párroco de Arauco, Julio Cesar Goyochea, quien construyó el primer Vía Crucis de piedra y cemento en el lugar.
En el año 1978, el gobierno provincial con su entonces gobernador Llerena, promulga mediante Decreto de Ley 3.828/78 la adjudicación al Obispado de La Rioja, un total de 30 hectáreas, en un polígono que encierra 8.823 metros cuadrados.
En la actualidad, El Señor de la Peña congrega cada año, más de 50 mil fieles de diferentes puntos de la provincia, el país, y países vecinos
“El arraigado culto al Señor de la Peña, es una amalgama de idolatría indígena, y de catolicismo elemental”
OTRAS LEYENDAS:
EL PASTORCITO…
Una versión cuenta de un Pastorcito de cabras, que casi muerto de sed en medio del árido desierto junto a sus animales, elevó una plegaria silenciosa pero intensa para ser salvado del angustiante momento, de repente, el cielo desató una fuerte tormenta que provocó hasta el desmayo al cabrerizo, que al despertar y al abrir sus ojos aterrados, observa a corta distancia, la presencia de una mole que antes no estaba allí, con el perfil recortado de quién él había elevado su rezo, Jesucristo.
LLEGAR SIN FÉ AL SEÑOR DE LA PEÑA…
Allá por el año 1880, una distinguida Patrona, Doña Beatriz Zalaya de Álvarez, fallecida muy viejita en 1905, les contaba a sus hijos, lo que ella escucha de sus padres a principio del siglo pasado, sobre el peligro que significaba llegar al Señor de la Peña sin fé,…
El relato: Una vez, una linajuda Señora de Salta, montada en una regia mula, rogó al Señor que regresara su marido ausente,… Buscó el rostro de Cristo en la rayadura de la Peña, y no lo encontró, entonces, golpeó nerviosa con otra piedra al Peñón, dejando marcados sus golpes,… Al intentar regresar de inmediato, la mula se inquietó tanto que la arrojó al suelo, fracturándole una de sus piernas.
Los lugareños adjudicaron a este hecho, a la falta de fé de la adinerada Dama.
SIGNOS Y/O MENSAJES EN LA PIEDRA…
Entre las visitas de fieles que se hacen tradicionalmente año tras año, algunas personas dicen dilucidar la palabra “DILUVIO”, en el margen ESTE en sentido cardinal de la piedra,… Otros dicen avizorar, imágenes santorales, como la de la Santa Virgen María.
ANTIGUAS COSTUMBRES…
Entre las antiguas costumbres de los fieles, suelen colocar con mucha fé, pequeñas cruces de caña pegadas a la piedra, dejando en ellas, los más íntimos pedidos de milagros.
Fuente: AimogastaNoticias.com (Datos proporcionados a AimogastaNoticias.com, por la escritora Aimogasteña Rosa Barrios, que desde una recopilación de escritos de grandes historiadores como, Aurelio Ortiz, Fermín Anzalaz, Julián Cáceres Freyre, Ciro Lafón, Héctor Gatica, y Nydia Araceli Fariña, nos revelan lo que se conoce como “LA HISTORIA DEL SEÑOR DE LA PEÑA”).