El biólogo Gonzalo Martínez aseguró que crear áreas protegidas podría evitar, a corto plazo, mayores consecuencias ecológicas.
“La falta de educación ambiental, sumada al poco interés del Estado provincial en cuanto a la generación de conciencia sobre la crisis climática y sus consecuencias, se transforman en un combo mortal para la naturaleza”. El biólogo catamarqueño Gonzalo Martínez, aseguró a Catamarca/12 que es momento para que la provincia comience a generar políticas viables a corto y largo plazo para poder contrarrestar los efectos del calentamiento global y del daño que día a día se le produce a los ecosistemas.
En este contexto, mencionó que Catamarca es la única que no tiene parques nacionales y una de las provincias que menos áreas protegidas posee.
Para Martínez, quien ha realizado varios proyectos y estudios en toda la provincia, sobre todo en la parte centro y este de Catamarca, donde se ubican las yungas, “la educación ambiental desde la escuela primaria sería fundamental para que los catamarqueños no sólo conozcan la gran biodiversidad que tiene la provincia y su importancia, sino y sobre todo para que aprendan a identificarse y saber cómo cuidarla”.
“El Estado tiene que comenzar a trabajar, no sólo en educación sino también en la colocación de cartelería de prohibición, leyes más rigurosas que permitan castigar de manera adecuada el tráfico ilegal de flora y fauna, entre otras cuestiones”, explicó.
En este contexto, mencionó que el tráfico se produce sobre todo con diferentes especies de pájaros que son nativos y cuya extracción de la naturaleza y posterior venta está penada. Sin embargo, “como no existe folletería ni información en ningún lado, la mayoría de la gente no sabe de cuáles especies hablamos y lo toman como natural”, dijo.
Lo mismo sucede con la flora. Martínez refirió que existe una especie de cactus que es endémico de la zona de yungas de Catamarca y que es saqueado por los coleccionistas. “Estamos hablando de una especie que sólo se da en nuestra provincia, de la cual no voy a decir nombre ni características para evitar mayores daños, pero que la gente va a buscarlo para colección y de esta manera puede llegar a extinguirlo completamente”, manifestó.
Esta situación estaría tan naturalizada que incluso existen viveros y veterinarias que comercializan estas especies. “Generamos un desequilibrio natural por desinformación”, opinó el biólogo y agregó: “creo que tanto el consumidor como el que trafica son personas que si el Estado estuviera más presente, informando o castigando en esas cuestiones, esta comercialización se revertiría”.
Atento a que la educación en etapa escolar sería una solución a largo plazo, señala que “existen ecosistemas que deben comenzar a protegerse ya; la creación de mayores zonas protegidas en la provincia podría ser un paliativo”, dice.
“Catamarca es la única que no tiene parques nacionales y una de las provincias que menos áreas protegidas posee”, señaló.
“Lo lamentable es que en estas pocas áreas protegidas, como lo es el Campo de Piedra Pómez (en Antofagasta de la Sierra) sólo colocan guardaparques en determinadas épocas del año. O si yo voy a Laguna Blanca, por ejemplo, no me entero que estoy en un área de éstas porque no sólo no hay cuidadores, sino que tampoco cartelería que me indique, parece que las áreas cuidadas de las provincia sólo son un papel”, criticó.
En este sentido, rescató lo importante que sería para el turismo la posibilidad de tener zonas con guardaparques, centros temáticos y todo lo que implica un área protegida según las normas provinciales y nacionales.
El campo
Por otra parte, explicó que tener este tipo de áreas, permitiría evitar las consecuencias de la ganadería. “En el campo las personas que no tuvieron oportunidad de estudiar, tienen prácticas caducas, matan lo que ven y no cuidan nada”, refirió.
La ganadería extensiva actualmente ocupa casi toda la provincia, pero sobre todo está ubicada en las zonas húmedas donde hay mayor diversidad y me atrevo a decir que es la que mayor daño está produciendo. “Con extensiva me refiero a que el que tiene ganado, en vez de tenerlo encerrado en el corral y comprarle alfalfa, lo libera para que caminen por las sierras y coman de la naturaleza. Por eso hay vacas en las rutas, que además generan accidentes. Se trata de una especie exótica, porque la vaca no es nativa, y come y destruye los ecosistemas a su paso”, explicó.
En este sentido, el biólogo mencionó que no existe nada que controle la ganadería extensiva en la provincia pese al daño irreparable que produce. Asimismo, señaló que comprende que el Estado le tiene mucho respeto al ganadero, pero ese productor tiene que entender que debe respetar el medio ambiente como todos”, dijo.
Así, contó que los ganaderos también son quienes terminan matando a los depredadores como pumas y por ignorancia también lo hacen con cóndores, que es una especie amenazada.
“El ganadero genera un problema enorme a la naturaleza y el Estado no regula, es por eso que propongo las áreas protegidas, para cuidar zonas y de esta manera evitar que se metan las vacas o caballos en zonas en dónde sólo destruyen por evitar un gasto en comida para el dueño”, dijo.
“Algo importantísimo a tener en cuenta que también genera la ganadería, es que el estiércol que producen es el mayor productor de metano, un gas de invernadero por excelencia y gran aportante al calentamiento global”, advirtió el biólogo.
“Hoy en todo el mundo se está debatiendo sobre el daño climático, el calentamiento global es real. La frontera agropecuaria en Catamarca ya eliminó el bosque chaqueño completamente y lo muy poquito que queda lo protegió la Ley de Bosques Nativos. El resto del bosque quebracho colorado ya no existe en Catamarca. La ley ayudó a que las grandes empresas no puedan deforestar. Es por eso que marco la necesidad de seguir protegiendo”, concluyó.