Aunque evitó confrontar directamente con la jerarquía eclesiástica y el papa Francisco, el Gobierno dejó trascender sus cuestionamientos al rol de la Iglesia. Sí expresó sus críticas el jefe del bloque de Cambiemos en Diputados.
El acto en Luján, que puso a la Iglesia argentina junto a un conglomerado opositor integrado por organizaciones sociales y sindicatos, desató una polémica. En el Gobierno se cuidaron de confrontar directamente con la jerarquía eclesiástica y el Papa Francisco, pero dejaron trascender su malestar. No obstante, el jefe del interbloque de Cambiemos en Diputados, Mario Negri, contraatacó con ironía filosa: “Lo natural es que la Iglesia reclame por los pobres, pero también es natural que lo haga por la corrupción. Habrá sido un descuido”. Desde la izquierda y el socialismo también criticaron la participación de la Iglesia católica. Por si quedaban dudas, el dirigente de Camioneros Pablo Moyano aseguró que el acto en Luján “no se podría haber hecho sin la venia” de Jorge Bergoglio.
En el oficialismo vienen leyendo una sucesión de hechos en la que empiezan a ver a Bergoglio como articulador de sectores opositores. Quizás sientan un déjà vu de épocas en que el kirchnerismo afirmaba algo similar. De todos modos, en el Gobierno son muy cautos. Ninguna de las fuentes consultadas por este diario quiso hacer una lectura sobre la serie de hechos que se vienen sucediendo: el último es la misa que dio el obispo de Mercedes-Luján, Adrián Radrizzani, bajo la consigna “Paz, pan y trabajo” y ante un conglomerado de sindicatos combativos, movimientos sociales y sectores del peronismo claramente enfrentados al oficialismo. Estaban el titular de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky, el camionero Hugo Moyano, el ex gobernador Felipe Solá, el kirchnerista Eduardo “Wado” De Pedro, el presidente del PJ bonaerense, Gustavo Menéndez, además de intendentes como Alberto Descalzo, Gabriel Katopodis o Verónica Magario, entre otros.
La anterior fue la decisión del titular de la Pastoral Social, Jorge Lugones, de recibir al titular de Camioneros en pleno conflicto con el Gobierno y mientras pesaba la amenaza de detención de su hijo Pablo Moyano (aunque el oficialismo no se dio por vencido). La tercera, registrada en las filas oficiales, fue que el obispo de La Plata, Víctor Fernández, participó hace algunas semanas de una oración junto a Emilio Pérsico y el titular del sindicato docente Suteba, Roberto Baradel. Un sacrilegio, a la vista de los macristas. También observaron con preocupación el rol de ciertos sectores del peronismo, como el dirigente Julián Domínguez, en las últimas intervenciones de la Iglesia.
Si bien hasta ahora los funcionarios del Gobierno mantienen silencio sobre el tema, dejaron trascender su desagrado a través de los habituales diarios oficialistas. Algunos señalaron cierto desconcierto. “Hay fotos y gestos que están al límite”, señalaron. Otros observaron que la Iglesia pasó de contener a sectores sociales a buscar articular a la oposición. Desde el Gobierno advierten sobre el doble juego de Bergoglio, que también cuestionaba el kirchnerismo antes de llegar a El Vaticano. Sostienen que la relación de los obispos es muy buena con la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, con la vicepresidenta Gabriela Michetti y con la gobernadora María Eugenia Vidal, pero a su vez se suman a estas iniciativas opositoras.
La incertidumbre oficial –que siempre está– es cuánto interviene Bergoglio. Según Pablo Moyano, no hay dudas: “Tenemos una buena relación con el Papa Francisco. Sin dudas, no se podría haber hecho esa movilización a la Basílica de Luján sin la venia de él”. “El Papa está preocupado por la desgracia que tenemos como modelo económico que suma cada vez más pobres y desocupados a través de la inflación”, aseguró el dirigente camionero.
Desde el oficialismo –aunque no desde la Rosada– salió a cuestionar a la Iglesia el radical Mario Negri. “Me parece que monseñor Radrizzani habló a título personal… Es lo que quiero creer. Lo natural es que la Iglesia reclame por los pobres, pero también es natural que lo haga por la corrupción y en Luján había mucha gente que debe saber algo del país que se robaron. Habrá sido un descuido de monseñor”, ironizó el jefe del interbloque de Cambiemos en la Cámara baja.
Desde el socialismo también cuestionaron el acto en Luján: “No es bueno que la Iglesia tome partido en ningún sentido. Es una institución de carácter religioso que debería estar por encima de la coyuntura y las banderías políticas”, afirmó el gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz. “Es pública y notoria la relación que siempre ha tenido algún sector del sindicalismo con determinados estamentos de la Iglesia católica”, indicó el gobernador socialista, en plena discusión de la separación de la Iglesia y el Estado.
Desde el FIT también criticaron el rol de la Iglesia. “Es una estrategia de entrega del movimiento obrero al clero, que ha cambiado el rechazo del aborto por la contención del estallido. Se trata de impulsar al peronismo como variable de recambio para 2019 mientras pasa el ajuste”, opinó el dirigente del Partido Obrero Néstor Pitrola.
Fuente Página 12