El Concejo Deliberante analizará un proyecto que permitirá renombrar una arteria de Merlo. La importancia de debatir sobre los símbolos y el sentido común. Por Rodrigo Lugones.
El gobierno del municipio de Merlo envió un proyecto al Concejo Deliberante local que tiene implicancias simbólicas y políticas. Se pretende cambiar el nombre de una calle, que hasta el momento es denominada “Clarín” para rebautizarla “Nora Etchenique”, una militante que sobrevivió a la última dictadura genocida y tuvo una tarea destacada durante la pandemia como funcionaria provincial. Etchenique falleció el año pasado.
El gesto, de confirmarse, es simbólico-cultural pero también político. En ese “renombrar” emergen nuevas formas de enunciar que siempre son necesarias para pensar en el cambio social. El intelectual marxista Antonio Gramsci dio cuenta de cómo se construye “hegemonía” en una sociedad y de la importancia de “lo cultural” en esa construcción. Cuando uno dice cultural no debe reducirlo a “manifestaciones artísticas”: lo cultural también son los modos, costumbres, hábitos, rituales y símbolos de un todo social.
Hasta hoy, el grupo empresarial Clarín tiene una calle en Merlo y en varias localidades bonaerenses, lo que da cuenta del lugar que esa empresa de medios tiene en Argentina. Nadie menos que Clarín merece un reconocimiento así: sobran pruebas sobre el rol de esa empresa durante la dictadura genocida o durante la experiencia populista kirchnerista, con su protagonismo para hostigar y perseguir a dirigentes de esa fuerza política (el lawfare). O qué decir de su discurso contra las políticas sanitarias que se llevan adelante para enfrentar al coronavirus.
Por ejemplo, en 1979, el propio dictador Jorge Videla fue entrevistado por ese diario, que, por supuesto, lo llamó “presidente”. El reportaje lo hizo Morales Solá. En la nota, Videla elogió al periodista y a la prensa del momento por “la misión que cumplieron en estas circunstancias que vive el país”. Eso es Clarín.
La decisión de renombrar no pasa sólo por sacar el nombre “Clarín” de una calle, sino por bautizarla con el de una militante popular como Nora Etchenique (vecina de Merlo, además). Ese acto de nombrar funda nuevos sentidos sobre lo que implica la militancia popular, que ahora también merece un lugar en nuestras calles (justo la militancia popular, para quien siempre es tan importante “tomar la calle” o “saber lo que pasa en la calle”).
Es una decisión mínima, si se compara con otras que se necesitan para encarar la difícil situación social que viven nuestros compatriotas. Pero es una gran noticia que al menos un poco se resienta ese sentido común que durante tantos años se construyó a favor de Clarín y en contra de las resistencias populares.