En el departamento Famatina, la familia de don Polo Tobarez, recuerda los 25 años, desde que sus padres decidieron este proyecto solidario para ayudar a los promesantes y visitantes del Santuario del Niño de Gualco.
Sensibilizada por la situación en la que llegaban los fieles y devotos del Niño de Gualco, hace 25 años, la familia Tobarez inició actividades solidarias para acompañar a los promesantes y visitantes. Cuentan tres de sus hijos, Silvia, Palmira y Julio Tobarez, que sus padres empezaron ofreciendo té a los promesantes que llegaban. Luego fueron sumando otros alimentos, como pan, fiambres y últimamente, cazuelas, también café. Según explicaron, todo se hace con recursos propios.
Esta vez, reconoció Palmira, “todo se hace con mucho sacrificio, debido a la situación económica tan pesada, pero también con mucha alegría”, en una clara expresión de agradecimiento al Niño de Gualco y a lo que se suman solidariamente sus hijos, nietos y bisnietos. Este año, la peregrinación del Niño de Gualco se extendió por los distritos de Guanchin, Nonogasta y Vichigasta.
Silvia Tobarez se mostró entusiasmada por algunos avances en el predio del Santuario. Se construyó un sector con mampostería, se hizo un contrapiso y otros arreglos que permiten “una mayor comodidad” para los que trabajan atendiendo a los visitantes, dijo. Surgió en el lugar, la propuesta de recurrir a la solidaridad del municipio, para que provea de agua potable a través de un camión cisterna, para estas actividades que todos los años se llevan a cabo en este lugar. Y finalmente, agradeció al medio de comunicación por interesarse de tan importantes vivencias culturales y religiosas de la zona.
Como todos los años, los promesantes llegan al lugar (Santuario del Niño de Gualco) unas horas antes de su partida desde su oratorio en Angulos, hasta Famatina y Chilecito el 8 de diciembre y luego regresa el 9 de diciembre. En este sitio, la familia Tobarez cumple con la tradición de ofrecer a los peregrinos algún alimento sin pagar absolutamente nada. Esta caminata sale desde el Santuario hasta la iglesia de Famatina, todos los años, con un recorrido aproximado de 45 kilómetros.
Durante el trayecto, los peregrinos desarrollan diversos momentos rituales en los que se exponen manifestaciones de culturas originarias y católicos, “una polisemia típica de la fiesta religiosa popular en la cual lo emocional, lo sensible y lo intuitivo ocupan un lugar central”.