Por Dionisio Bosch

Warren Buffet es como el tero, que en un lado grita y en otro pone el huevo. No es entonces a lo que dice a lo que hay que prestarle atención, sino a lo que hace… y lo que hace nos esta hablando que espera algo no demasiado bueno para el mercado accionario norteamericano.

Si alguien concita admiración en el mundo de los inversores bursátiles al punto de ser un mito, ese es Warren Buffet, quien supo ser uno de los grandes inversores bursátiles de la historia, haciendo olvidar a otros “grandes” y sus enseñanzas.

Buffett no vuela, pero no duda que con un marketing bien dirigido y suficiente dinero para respaldarlo se puede mantener/manejar el mito -especialmente entre los más ignorantes y los no tan honestos- en beneficio propio

Un gigante con pies de barro

Grandes, más grandes que Warren Buffet, ha habido muchos: el “corporate raider” Carl Icahn que entre 1968 y 2011 que obtuvo un retorno anual del 31%, Peter Lynch que entre 1977 y 1990 hizo que los cuotapartistas de Magellan Fund se embolsaran en promedio 29% al año y tantos otros (la mayoría se retiró en algún momento para disfrutar de su fortuna, Buffet, no).

¿Por qué la fama de oráculo? Entre 1966 y fin de 2002 el retorno anual compuesto de la nave insignia del “sabio de Omaha”, Berkshire Hathaway fue 25.7% anual, indiscutiblemente superior al 10.0% del S&P500 (con dividendos).

El problema es que desde entonces el retorno anual de BRK-A bajó a 10.6%, frente al 10.8% del fiel de las 500. Estadísticamente indistinguible del mercado en su conjunto, pero inferior.

Para lo que es los últimos 10 años (en que tuvimos dos “bull markets”, dos “bear markets”, una inflación desbocada y suba a niveles récord de la tasa, sin olvidar la pandemia), su resultado es aun inferior, 6.6% frente a 8.0% del índice, sin dudas un resultado “pobre”.

Reconociendo que el pasado no es determinante del futuro, si finalmente Donald Trump se hace con la presidencia de los EE.UU. no es mucho lo que podemos esperar de parte de Buffett y los suyos.

Un declarado demócrata, aquellos años en que el poder estuvo bajo manos de los progresistas, Berkshire generó un rendimiento promedio 0,72% mayor al del S&P500. Cuando “la manija” la tuvieron los republicanos 1,6% abajo; ¿hace falta alguna aclaración?

Un elefante en el bazar

Con una capitalización de mercado de u$s971.000 millones, Berkshire es la octava cotizante más grande de los EE.UU y la única entre ellas que actúa como un fondo de inversión (a mayo último tenía posiciones directas en 33 empresas -5 de ellas, representan el 75% de su tenencia total-, con el 34,3% de su cartera en efectivo -cash y letras del tesoro- y el 0,7% en fondos).

Esto explica que aun a pesar de que ha dejado de ser una de las estrellas del mercado, por su posición y tamaño (en el 2000 su capitalización era 0,72% de la de todas las acciones domesticas listadas en los EE.UU.; ahora algo más del 1,7% -el radio Precio/Valor de Libros es 1,7%-), cuando pasa algo con ella, todos escuchan.

Más que oráculo, un Viejo… Ladino

El 12 abril del año pasado, en una entrevista con CNBC en Japón, le preguntaron a Warren Buffett porque mantenía su posición en el Bank of America (BAC), cuando hacía dos años que venía reduciendo su tenencia en Wellls Fargo, JPMorgan Chase y Goldman Sachs.

“No me gusta tanto el negocio bancario como me gustaba antes” contestó (el 10 de marzo había quebrado el Silicon Valley Bank”). Lo que siguió fue algo tangencial pero claro: “Me gusta enormemente Brian Moynihan (CEO del BAC). Y yo simplemente no quiero, yo no quiero vender”, “Pero sí, vendí bancos que habíamos tenido por 25 o 30 años. Y si me preguntan por qué lo hice, diría: simplemente creo que el sistema no está del todo bien armado en términos de conectar el castigo con los culpables, por algo que es importante”.

Para cuando Buffett volvió a insistir con su apoyo al BAC durante la asamblea de BRK el 6 de mayo afirmando “me gusta el Bank of America y me gusta su management”, el papel caía 2,8%

Este lunes Berkshire informó que viene reduciendo su tenencia en las acciones del Bank of América desde junio pasado en un 6,7% o 71.2 millones de acciones por las que obtuvo u$s3.050 millones. Hasta entonces era (sigue siendo) el principal accionista del BAC controlando 13,2% de su capital, que integraba 10,7% de su portfolio siendo su segunda mayor posición.

Esto, de hablar bien o mal de algún activo antes de desprenderse o adquirirlo de manera solapada, es algo que “el viejo” bien conoce y viene practicando desde siempre. Un ejemplo conocido es la serie de diatribas en contra de todo lo que oliese a cripto, solo para enterarnos mas tarde que es el quinto mayor accionista de “Nu Holdings”.

¿Por qué el Bank of America?

La pregunta que se hace el mercado es porque Buffett, a punto de cumplir 95 años, decidió a esta altura desprenderse de las acciones del BAC, solo para incrementar su cofre de efectivo (hay algún rumor, sin fundamentos, que estaría comprando Citi).

Es cierto la tasa que paga por los depósitos pasó de 0,06% a principios de 2022 a 0,45% a fin del mes pasado, lo que tiene cubierto con bonos de largo plazo de tasa reducida -adquiridos antes de la disparada inflacionaria- lo que está golpeando los ingresos del banco (-3% en los primeros seis meses de este año).

Algo más preocupante es que sus pérdidas no realizadas (el saldo de la venta de su tenencia de bonos y acciones en caso de tener que enfrentar una corrida) crecieron de u$s14.000 millones en 2021 a u$s115.000 millones.

Es posible también que el banco este “caro”. En los últimos 15 años sus acciones tendían a cotizar debajo de su valor de libros, mientras ahora lo hacen un +/-27% arriba.

Pero en apariencia nada de esto es demasiado grave y el mercado parece verlo así. En el último año el papel ha venido evolucionando casi a la par de sus principales hermanas (entre junio y julio, cuando se hizo la liquidación de acciones, subió 2,4%) e incluso podemos armar el caso que esta “barato” (en función de sus ganancias -actuales y esperadas- las acciones se pagarían en 14.5/11 años).

Mas allá de que es claro que se rompió el “noviazgo” con el BAC, en horas (el sábado) Berkshire debería reportar sus resultados del primer trimestre. Ahí veremos si la cosa es solo con este banco o es algo más significativo

En primer lugar, deberemos mirar si modificó su posición en el JP Morgan Chase y el Wells Fargo, pero sobre todo ver si ha seguido desprendiéndose de los papeles de Apple.

En el primer trimestre de este año habían reducido su posición en la firma de la manzanita en un 13% (sigue siendo su mayor inversión representando casi el 40% de su cartera) embolsándose u$s21.000 millones que fueron prácticamente todos a parar al tesoro de efectivo.

Si la venta fue pensando que la suerte de la empresa fundada por Jobs-Wozniak y Wayne estaba echada, claramente se equivocó: de entonces la acción trepó 28.8% frente a un magro 2.8% de Berkshire.

¿Cash para qué?

Durante la asamblea de mayo, Buffet deslizó que la montaña de efectivo que BRK que comenzó a armar en 2017, podría crecer a u$s200.000 millones hacia fines de junio.

El argumento que viene empleando para justificar esta brutal acumulación de efectivo es impositivo.

“Estamos pagando una tasa federal del 21% sobre las ganancias con Apple. Esa tasa era del 35% no hace mucho y ha sido del 52% en el pasado”, declaró en la última asamblea. “Yo diría que, con las políticas fiscales actuales, creo que algo tiene que ceder y creo que es muy probable que aumenten los impuestos”.

Pero esto no debería preocupar a un inversor bursátil de largo plazo. Si mañana el impuesto a las ganancias sube al 35%, la teoría es que todo el mercado financiero debería de ajustarse de manera acorde, así que, si la idea es arbitrar papeles como hace Berkshire, no hay ningún incentivo para incrementar la posición de liquidez.

Dejando de lado los efectos adversos de los incrementos impositivos, en particular para las empresas, la realidad es que la respuesta del mercado yanqui ha tendido a ser positiva. Desde 1945 la suba promedio del S&P500 en los años en que “ganancias” fue igual o estuvo arriba del 50% fue de 10,3%. Los años en que estuvo debajo del 35%, algo menor, 10%.

En ninguno de los cinco años desde 1950 en que se incrementó el impuesto a las ganancias el S&P bajó. Al contrario, registra una suba promedio de 13%, superior al 9% que promedió desde entonces y al 5% de los años en que se redujo el “tax”.

Con esto de ninguna manera estoy favoreciendo la suba de impuestos, al contrario, pero si estoy evidenciando que el argumento de Buffet no es demasiado solido.

Hay quien sostiene que lo que busca “el viejo” es acumular efectivo para darles más flexibilidad a sus herederos. Pero esto tampoco cuaja. Lo que su esposa Astrid, sus hijos Howard Graham, Peter, Susan Alice y la Fundación de bien público a su cargo recibirán, serán acciones de Berkshire, no el efectivo que la firma tiene.

En 2006 el billonario hizo público un primer testamento en el que le dejaba el grueso de fortuna a la Fundación Bill y Melinda Gates. Claramente las escapadas sexuales del mandamás de Microsft tuvieron su costo y ahora los Gates no recibirán un dólar.

El grueso del dinero irá ahora a su Fundación familiar y de lo que le deje a su actual esposa, 10% se destinará a bonos de corto plazo del gobierno y el resto a un fondo indexado por el s&P500.

¿Cash para un Crash?

Salvo “un milagro”, a la larga, EEUU deberá incrementar su impuesto a las ganancias corporativas para poder solventar el peso de su deuda. Pero, en el mediano y corto plazo el escenario es otro y además dual.

Si Kamala Harris gana la elección presidencial en noviembre no nos sorprenda que suba el impuesto, del actual 21% al 28% y eventualmente más. Según el modelo de equilibrio general de la Tax Foundation, esto reduciría el PBI de largo plazo en 0,6%, los salarios en 0,5% y destruiría 128.000 puestos de trabajo.

Si el que gana es Donald Trump quien dijo que planea reducir la carga impositiva a las empresas del 21% al 15%, esto incrementaría el PBI y los salarios en 0,4%, creando el equivalente a 93.000 empleos.

Es casi obvio que la esperanza de Buffet es que la próxima administración sea demócrata. De ser así debería estar apostando a un incremento de los impuestos que podría no ser favorable para la tenencia accionaria. No olvidemos que el radio Precio/Ganancias del S&P500 supera últimamente 35,5 años frente a un promedio desde 1871 de 17,14 años, por lo que cuesta mucho armar el caso de que esté “barato” y no podemos descartar que esta vez la suba de impuestos lo golpee.

Si por cualquiera de los dos motivos (impuestos y/o precios) se produjera una caída del mercado, quien dispusiera de efectivo se encontraría en una gran posición para adquirir “pichinchas”. En principio esta es la idea que más cuadra para justificar una cartera con arriba del 20% en efectivo.

El problema es que este posicionamiento tiene un costo y este costo se relaciona con la magnitud de la eventual caída de precios que esperamos.

Hasta ahora “el chiste” del posicionamiento en cash, le ha significado a BRK dejar de ganar desde 2017 -alguien podría decir perder- entre u$s116.000 y u$s182.500 millones que hubiera obtenido indexando el dinero por el S&P500.

La decisión de Warren Buffett de “dolarizarse”, empleando una estrategia de largo plazo y alto costo -que poco tiene que ver con lo impositivo o su sucesión- sugiere que no es una merma circunstancial y de corto plazo lo que está mirando, sino otra cosa…. (póngale el nombre que quiera)

Fuente: ámbito.com

By omalarc

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