Era la mañana del 20 diciembre de 2001, en La Plaza de Mayo en Buenos Aires. Había estado la madrugada del 19 cerca de las escalinatas del congreso, gritando con fuerza junto a unas 250.000 personas “que se vayan todos”… entre esas personas estaban mi novia y mi mamá. Llegó por la avenida Rivadavia una columna de policías federales motorizados. Iban de a dos. Y el de atrás con una escopeta. Eran muchos. Nunca antes había visto esa formación anti disturbios ni a tantos en una formación. Se pararon como pelotón de fusilamiento e hicieron eso. Nos fusilaron… la rapidez mental de haber vivido otros bardos y algo de calle y sentido común hizo que me apresurar a correr junto a mi novia y mamá atravesando la formación antes que se detengan… exactamente lo contrario que hacían todos. Por eso me quedé detrás de los uniformados, muy cerca, sobre la esquina de Rodríguez Peña viendo y escuchando los disparos y la masacre… recuerdo el tipo de las escalinatas desplomándose. Mi novia asustada. Mi mamá puteando a los policías desde atrás. Era hora de irnos. Pero no nos fuimos. La masa en vez de irse, se replegó hacia la plaza de mayo. Y allí fuimos… más furiosos, y al llegar a la Av 9 de julio, venía una oleada de otra multitud corriendo entre balas y gases desde Casa Rosada. Nunca vi valentía ni decisión semejante. Con coraje pocas veces visto la horda enfurecida iba y venía por y hacia Plaza de Mayo desde la 9 de Julio luchando contra los embates de la Policía y los gases. Estos últimos hicieron que me decidiera irme porque mi madre nunca fue fuerte de los pulmones… llegué a Casa y contaba los muertos que ya había visto en vivo y en directo en el congreso horas antes. Creo que algo dormí, y la convencí a mi novia que volviéramos. Me llevé mi R18 hasta 9 de Julio y Belgrano. No había autos ni colectivos. Todo era una ciudad semi fantasma. Fuimos hasta la Avenida de Mayo caminando y miles de personas bajaban hacia la plaza de nuevo. Cuando llegamos, me quedé debajo de la puerta del cabildo. Un buen rato… pero la plaza y las calles se empezaron a llenar. El “que se vayan todos” clamaba con fuerza que “todos” efectivamente incluía a los ministros que renunciaron anoche y al presidente, que aún estaba ejerciendo el poder. Así que seguíamos cantando… pero de repente… volvimos a sentir las balas, las corridas, los gases… Yo seguía ahí, en el cabildo debajo del balcón, como espectador de lujo. Enfrente, sobre la plaza estaban refugiadas del sol estas viejas con pañuelo. Cuando todo parecía un desmadre, ellas gritaron que se sienten en las escalinatas de la catedral, que ahí nadie les haría nada… mujeres con niños, y cochecitos de bebes, y muchos ancianos que estaba ahí con nosotros siguieron esa orden. Se disipaba algo el humo, y empezamos a ver la formación que estaba en el monumento a Belgrano a caballo (exactamente esta foto del posteo, vista desde la calle Bolívar, que es donde yo estaba parado). Eso era nuevo. Por Rivadavia, otra vez, rodeando la plaza, apareció esa columna enorme de motorizados con sus acompañantes armados con escopetas. “Esto ya lo había visto” me dije. ” Ya se como termina y no va a terminar bien” la multitud en su mayoría se quedó sobre la Avenida de Mayo, porque había un cordón de mujeres de avanzada edad, con pañuelos blancos en sus cabezas, auspiciando de barrera, de escudo humano, entre la caballería y la multitud. Si digo que el ambiente era tenso, me quedo corto. En un segundo, ese cordón de madres, les gritaba a los ancianos y a las madres con chicos que se sienten en las escalinatas de la catedral, que nadie les haría nada si se sentaban. Ellas como ejemplo, como siempre lo fueron, UN EJEMPLO, improvisaron una ronda, como las que, hasta el día de hoy, incansablemente sostienen alrededor de esa pirámide en el centro de esa plaza, y se sentaron, para que el resto hiciéramos lo mismo… pero no se imaginaron, ni yo tampoco lo que sucedería después… en el mismo instante en el que se sentaron e hicieron una gran ronda en el suelo gritando “tranquilos, siéntense!” la policía motorizada, otra vez en posición de fusilamiento, dispararon contra todos los ancianos y las mamas jóvenes con niños que estaban en las escalinatas de la catedral, al mismo tiempo que la caballería se avalanzaba sobre ellas… que aguantaron los palos, para defendernos a todos nosotros… a TODOS, como siempre. Recuerdo mis gritos de “Hijos de put@!!” Llorando, como lloro ahora mientras lo recuerdo…
Pero el caos ya estaba desatado, y no me quedó otra que correr… subí por diagonal norte evitando el kilombo, pero cuando llegue a la 9 de Julio, las balas de verdad, pasaron cerca… más atrás, segundos después que pasamos corriendo por la 9 de Julio hasta la Av Belgrano escucho gritos, de gente pidiendo ambulancias… reconozco un flaco con barba a unos 50 metros más atrás en el suelo, que había pasado corriendo al lado mío recién… podría haber sido yo, pero fue el. Desde Carlos Pellegrini, parado en la mitad de la calle para recobrar el aliento, miré la escena, buscando entender de dónde venían los disparos. Miró en la vereda a mi derecha unos 3 metros, el policía gordo apostado desde la puerta del Banco Ciudad que seguía disparando hacia la multitud que rodeaba a este muchacho de barba caído en el medio de la 9 de Julio en la platabanda que hoy cubre el estacionamiento subterráneo. Me di cuenta que ya me había salvado muchas veces y mi novia me pedía que sigamos corriendo… Eso hice. Llegué hasta mi auto, volví a casa, shockeado, y vi toda esa imagen mientras contaban los muertos por Tv…
Mi Madre Delicia Sension me abrazo fuerte cuando llegue al depto en Lugano, porque había sido mucho peor que la noche anterior. Le conté lo que había visto, y que aunque ella no estaba ahí, por suerte, otra madre me había salvado, y seguramente salvó a muchos, porque se sacrificaron, como ya lo habían hecho hace mucho, dando lo mejor de sí, el fruto de sus vientres en pos de un ideal… lo hacían ellas de nuevo dando su vida, a cambio de justicia para todos nosotros que estábamos ahí, y para todos los que pensaban que el Presidente tenía que irse. No dudaron ni un segundo en poner sus vidas en riesgo para cuidar las nuestras. Esa madre era Hebe de Bonafini. Esas madres, eran las Madres de Plaza de Mayo…
Nunca te di las gracias por eso Hebe, ni a todas ustedes… pero intento hacerlo, a modo de despedida en este día en el que Hebe partió, recordando ésto, que nadie me contó, que no hablo por boca de jarro, ni boludeces repetidas prefabricadas por una manga de S@retes llenos de odio, que poco saben lo que son estas mujeres. Así que si, éste es mi homenaje, y no puedo hacer menos que defenderla, de quien sea y por lo que sea. Con todos los errores que pueda tener un ser humano, como ella, como yo, como cualquiera. Pero no voy a permitir nunca más, ni acá en esta red insipida ni en mi presencia que alguien hable mal de ella o de ellas, NUNCA MAS. Porque es lo correcto, lo que siento, y es lo que ellas hicieron por mi, y por todos nosotros todos los jueves desde hace 45 años girando en esa Plaza, o poniéndose de escudos humanos para que no perdamos la memoria. Si vos que estás leyendo esto, pensas que son unas viejas de mierd@ y te alegrás que esté muerta Hebe y coso… tenes todo tu derecho de pensar lo que quieras, pero por favor, no te borres de mis redes… borrate de mi vida.

Gracias Madres, gracias Hebe… HLVS.

By omalarc

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