Las alternativas apuntan a convenios bilaterales con grandes potencias que podrían permitir canjear la deuda del FMI.
En las últimas semanas desde el Gobierno se habilitó de manera indirecta la discusión respecto de cómo desembarazarse de las políticas del Fondo Monetario como herencia del histórico préstamo que le otorgó al macrismo en 2018. El monto de la deuda lo hace impagable en los plazos estándares que plantea el organismo y las condicionalidades que vienen asociadas a cualquier acuerdo implicarían un mayor ajuste. Las alternativas apuntan a convenios bilaterales con grandes potencias que podrían permitir canjear la deuda con el FMI. Por un lado, se conoció la propuesta del dueño de Electroingeniería, Gerardo Ferreyra, de generar un “Fideicomiso de Inversión para el Crecimiento y la Exportación” con China y Rusia.
Dentro del Gobierno no descartan ese tipo de convenios, aunque consideran que la clave sería institucionalizarlo a partir de una reasignación de Derechos Especiales de Giro (DEG, la moneda del FMI) desde los países que no lo necesitan hacia los que sí. El camino tiene muchas aristas a resolver, pero plantea la discusión en términos geopolíticos ante los Estados Unidos.
El aporte de campaña que hizo Donald Trump, a través del FMI, a su amigo Mauricio Macri, fue de 44.500 millones de dólares, los cuales se desembolsaron en menos de dos años. El acuerdo stand-by contemplaba devolver ese dinero, entre capital e intereses. con 19.020 millones de dólares en 2022, con 19.270 millones en 2023 y 4856 millones en 2024, además de los más de 4000 millones pagados este año. Ante la imposibilidad de cumplir con este cronograma de pagos, teniendo en cuenta el stock de reservas y el balance del intercambio comercial –además de un contexto de pandemia que frenó la actividad–, se discute un acuerdo de facilidades extendidas que, en principio, amplia a diez años el repago y da dos o tres años de gracia para comenzar con los desembolsos.
Desde el Gobierno advierten que en esos plazos tampoco se llegará a poder cancelar el compromiso y, aunque se logre alguna baja marginal, las sobretasas hacen aún más difícil un programa sustentable. La posición del Fondo, más allá de las declaraciones públicas, se mantiene intransigente en temas plazos y tasas y el Gobierno comienza a escuchar algunas alternativas que no impliquen “patear el tablero”.
¿Cuáles son las alternativas?
“Hay que adecuar los plazos y las tasas de interés a los volúmenes de asistencia que puedan requerir los países miembros del fondo, especialmente los países en vías de desarrollo. Sería valioso explorar mecanismos bilaterales de asistencia a través de los bancos centrales y de mecanismos de swap de monedas, o la utilización de los Derechos Especiales de Giro o la ampliación de los Derechos Especiales de Giro que se dio este año a aquellas naciones que no los requieran”, sostuvo este miércoles el titular del Banco Central, Miguel Pesce, durante su exposición en el cierre de las Jornadas Monetarias organizadas por el organismo.
Desde el mismo evento, el ministro de Economía, Martín Guzmán, insistió en que “va a ser muy importante construir más cooperación global” para resolver los problemas financieros pendientes: “Cada país va a tener que ir con firmeza en avanzar en resolver esos problemas, pero va a ser necesario la cooperación global para que las condiciones sean las aptas para que se puedan encontrar soluciones”, sostuvo el ministro.
La posibilidad de alcanzar recostarse en la ayuda de Rusia y China, desde sus posiciones de principales potencias dentro del grupo de países socio del FMI, también plantea un debate geopolítico que invita a los Estados Unidos a negociar un mayor apoyo a la Argentina, siendo el principal responsable del préstamo irresponsable que entregó el FMI. Tanto en las cumbres del G-20 como en otros foros internacionales, el gobierno argentino proclama una reasignación de Derechos Especiales de Giro de los países que no requieren de una inyección extra de liquidez a otros que están en una situación de stress financiero.
En este caso, además, se plantea la posición de la Argentina, que es considerado un país de ingresos medios, lo que lo dejaría afuera del reparto. “No necesariamente tienen que ser países pobres, sino de ingresos medios con situaciones de estrés financiero”, afirmó el titular del Central. De sortearse ese escollo, y una vez asignados los DEG del Fondo, el traspaso de los fondos se realizaría a través de un swap (intercambio) de monedas con países como China y Rusia.
Esto implica que se contabilizarían los yuanes chinos o los rublos rusos como reservas internacionales contra pesos a una tasa de interés. Por ejemplo, en el caso del swap con China, del total de 42.523 millones de dólares en reservas en el Central, 20.369 millones corresponden al canje de monedas. El Central puede transformar una parte de esos yuanes en dólares, si quisiera usarlos para intervenir en el mercado de cambios, en cuyo caso debería pagarle una tasa de interés a su par chino en torno al 7 por ciento anual.
Si bien es una tasa mayor a la que cobra el FMI por sus créditos, acceder a ese swap y con ello cancelar buena parte del préstamo con el organismo permitiría mayor autonomía macroeconómica. La apuesta oficial es acceder a recursos que podrían aportar países como Rusia o China, que el Gobierno usaría para ir cancelando deuda con el FMI para liberarse de la necesidad de definir programas fiscales o monetarios. Pero tampoco sería gratis. “El tema es cómo se cancela, cuál es la posibilidad de pagarlo (estructura de vencimientos y reestructuraciones). Si bien 50 palos no son mucho para China, no lo van a hacer para darnos una mano sino a cambio del algo”, explicaron fuentes cercanas a las negociación.
El problema es ese “algo”. No es lo mismo un acuerdo comercial para ir cancelando la deuda a una mayor extranjerización de la economía permitiendo el ingreso indiscriminado a empresas, recursos o negocios estratégicos para la Argentina. La propuesta del titular de Electroingeniería, una empresa con estrechos vínculos comerciales con China y Rusia, va en esa línea.
“La salida de la encerrona que nos dejaron Trump y Macri se hace con inteligencia y alianzas geopolíticas internacionales, elaborando un ‘Plan B’ a las actuales negociaciones que lleva adelante el Gobierno casi en soledad. No esperemos solidaridad del mundo financiero. Es en vano”, publicó Ferreyra desde su cuenta de Twitter. La iniciativa de un acuerdo comercial, asegura, generarían 100.000 millones de dólares en exportaciones, que podrían utilizarse al pago de los compromisos con el FMI.
En la propuesta, el empresario calcula “un 3 por ciento anual durante 15 años con espera de cinco años para que se realicen Inversiones de infraestructura con los Estados que están dispuestos a invertir en Energía (céntrales nucleares, hidroeléctricas, térmicas), alimentos y minerales que se exportarán industrializados [a países] como China y Rusia”. En este caso se estaría analizando un costo financiero menor, incluso, del que ofrece el organismo que conduce Kristalina Georgieva, de 4,05 por ciento anual, tomando en cuanta la sobre-tasa por haberse excedido en el monto adjudicado a la Argentina.