Murió un genocida y nos dejó el silencio del pacto criminal que involucró a todos los protagonistas del Terrorismo de Estado.
No dijo una palabra de sus muertes, sus torturas, sus tormentos.
Si reveló su inhumanidad militante y la de todos los genocidas, en esos mismos silencios, en sus justificaciones del oprobio, en su falta de un mínimo de sentido ético, que le llevara a pronunciar arrepentimiento.
La justicia lo condenó por la contundencia y evidencia de los hechos que realizó en tantos cuerpos.
Hoy su cuerpo muere dejando solo sombras y oscuridad.
Etchecolatz es símbolo y sinónimo de crimen, genocidio y muerte.
Etchecolatz es la ausencia con sus garras de muerte.
Los nuestros, los 30000 y muchos y muchas otras son presencia de Vida que reclama a gritos Memoria, Verdad y Justicia, siempre.
A Etchecolatz, en su nueva residencia de oscuridad y silencio le decimos: 30000 detenidos y detenidas desaparecidas: Presente!
Ahora y Siempre!