A menos de 24 horas del triunfo de la extrema derecha en Brasil con Jair Bolsonaro a la cabeza, curiosamente ya nació un primer cortocircuito con la administración de Mauricio Macri, a pesar del prematuro festejo del presidente argentino a través de Twitter. Es que Paulo Guedes, el futuro ministro de Hacienda del país vecino, no anduvo con rodeos para lanzar una fuerte advertencia al sostener que el Mercosur y la Argentina “no son prioridad”.
“No es prioridad la Argentina. El Mercosur tampoco es prioridad. ¿Es eso lo que usted quería oír?”, lanzó desafiante el hombre a cargo de la economía de Bolsonaro en declaraciones a la prensa.
Según Guedes, “el Mercosur es muy restrictivo” y “Brasil quedó prisionero de alianzas ideológicas”, lo cual “es malo para la economía”. Y remató: “El Mercosur cuando fue hecho, resultó totalmente ideológico. Es una prisión cognitiva”.
En esa línea, el futuro funcionario brasileño sentenció: “No lo será con nosotros, pero fue ideológico. En el sentido que usted solo negocia con gente que tiene inclinaciones bolivarianas”.
Consultado respecto de si “podría ser desmontado el Mercosur”, Guedes tomó la línea Bolsonaro dejó al descubierto que el organismo regional seguirá, pero vacío: “De nuevo, su pregunta está mal hecha. La pregunta es: ¿Sólo voy a comercializar con Argentina? No. ¿Solo voy a comerciar con Venezuela, Bolivia y Argentina? No. Nosotros vamos a negociar con el mundo”.
“No es prioridad la Argentina. El Mercosur tampoco es prioridad. ¿Es eso lo que usted quería oír? Conozco ese estilo. Argentina no es prioridad. Para nosotros, la prioridad es comerciar con todo el mundo”, concluyó el ministro de Hacienda brasileño.
La respuesta PRO llegó de la mano del embajador argentino en Brasil, Carlos Magariños, que afrontó la difícil tarea de relativizar la dura advertencia de la futura gestión del principal socio comercial del país, tan sólo horas después de que Macri sobreactuara la felicitación a Bolsonaro tanto en redes sociales como interpersonalmente a través de un llamado telefónico.
“No imagino el fin del Mercosur de ninguna manera”, aseguró el representante argentino en Brasil, y agregó en diálogo con radio La Red que lo entiende “como parte de la propuesta que está haciendo el partido que ganó las elecciones de reconectar a Brasil y comercian con todos los países del mundo”.
El embajador justificó los claros límites que anticipó el futuro ministro brasileño en que la campaña de Bolsonaro tuvo “mucho que ver con diferenciarse del pasado de Brasil en materia comercial” y que “de alguna manera el Mercosur se vio como una propuesta de integración ideológica del área bolivariana”.
“Creo que hay que poner la relación de Argentina y Brasil en perspectiva. La relación bilateral es previa al Mercosur y se va a mantener en el ámbito del Mercosur y más allá de los ajustes que proponga cualquiera de los miembros”, sostuvo el diplomático.
Para Magariños, “hay que tomar estas expresiones de una manera constructiva en relación con lo que ha estado ocurriendo en Brasil, que es una campaña electoral” y dejó picando una suerte de desafío a las afirmaciones de Guedes al sostener: “Cuando comience el gobierno y los ministros se sienten en las sillas, vamos a entender mejor cuál es el significado de estas prioridades que se están planteando”.
“No vería esto con preocupación ni como una amenaza, al contrario, como una oportunidad de llevar al Mercosur a un nuevo nivel de integración mucho más abierto, que a fin de cuentas nos va a resultar en mayores beneficios y más oportunidades”, concluyó.
Según diversos analistas, esta tensión inicial marca un problema que enfrentará el esquema de relaciones con el mundo que ensayó Macri hasta el momento: la ambición de poder local, regional y global de Bolsonaro complicará la agenda internacional de líder PRO, que se impulsó sobre la debilidad institucional de Brasil.
Macri deberá estudiar cómo hace para preservar su espacio de poder en el Mercosur, en el mundo y con Donald Trump, y a su vez negociar con Bolsonaro, que buscará hegemonizar los mismos lugares a través de un ejército nacionalista, un establishment económico liberal y la iglesia evangélica.
Fuente: Política argentina