El papa Francisco trazó un diagnóstico sombrío del Gobierno, advirtió que la política de Mauricio Macri cumple con postulados impuestos por Estados Unidos y se manifestó preocupado por un fenómeno que consideró continental de encarcelamientos políticos por parte de administraciones de similar orientación, al tiempo que planteó la necesidad de la unidad de los actores sociales y de la oposición política. En un encuentro reducido el pontífice se descargó ayer ante sus interlocutores y llegó a comparar el Gobierno con la autodenominada Revolución Libertadora y la última dictadura.
Fue ayer por la mañana en una audiencia privada que Jorge Bergoglio concedió durante una hora a los líderes de la Asociación Gremial del Subte y el Premetro (Agtsyp), Roberto Pianelli y Néstor Segovia, quienes acudieron por intermedio y junto a Gabriel Mariotto, diputado del Parlasur y exvicegobernador bonaerense en la gestión de Daniel Scioli. Para el Papa es habitual recibir a dirigentes sindicales y sólo pidió que los invitados no difundieran fotos del encuentro.
Anoticiado hasta el detalle de lo que sucede en la política argentina, Francisco escuchó a los gremialistas que lo pusieron al día de su conflicto con la concesionaria Metrovías, que se extiende al Gobierno porteño y a la gestión nacional de Cambiemos. Entre las definiciones más fuertes que tuvo, deslizó que desde su perspectiva comenzó a fracturarse el blindaje del que parecía gozar el oficialismo en el denominado “círculo rojo” de la dirigencia empresaria y mediática. En tres ocasiones insistió sobre este punto al referirse a posturas críticas expresadas en los últimos días por líderes de opinión hasta hace poco identificados con el Ejecutivo.
En todas sus intervenciones los dirigentes que lo escuchaban dijeron haber notado la preocupación del pontífice por el escenario socioeconómico de la Argentina y las políticas de Cambiemos para encararlo. La sugerencia que expuso fue la misma que suele repetir en cada audiencia que concede a gremialistas y dirigentes sociales: promover la unidad de todos los referentes que representan a sectores postergados y golpeados por las políticas implementadas por el Gobierno. Recordó, en ese sentido, experiencias electorales recientes e instó genéricamente a la oposición a no volver a equivocarse.
Un capítulo de la reunión lo dedicaron a la Justicia: el Papa manifestó su inquietud por lo que denominó nuevas jurisprudencias basadas en prejuicios, en alusión a las prisiones preventivas dictadas contra dirigentes como Milagro Sala y Fernando Esteche. De este último Mariotto (comparten el espacio político Patria Para Todos) le entregó una carta en mano al anfitrión. Sobre el mismo punto Francisco se refirió a los procesos contra Lula da Silva en Brasil y Rafael Correa en Ecuador, entre otros, y aludió a una aparente tendencia continental guiada por Estados Unidos para suprimir ese tipo de liderazgos. En este punto se dijo esperanzado por la elección en México de Andrés Manuel López Obrador.
Incluso llegaron a referirse al caso de los aportantes apócrifos detectados en las campañas de 2015 y 2017 de Cambiemos. En este punto Bergoglio preguntó qué juez se encontraba a cargo de la instrucción y sus interlocutores le contestaron que era Sebastián Casanello.
Para los que frecuentan a Bergoglio con asiduidad en el Vaticano la de ayer fue una de las exposiciones más descarnadas y menos metafóricas del Papa, más inclinado por lo general a las críticas genéricas.
Los gremialistas, que le habían pedido a Mariotto gestionar una audiencia luego de que Segovia fuese detenido en medio de un conflicto de Agtsyp y Metrovías, aprovecharon para poner al día al pontífice sobre el reclamo por la reapertura de la paritaria en el subte. En el único momento en que el Papa soltó una risa sonora fue cuando le relataron que como parte de las protestas los metrodelegados les convidaban café a los usuarios al tiempo que les informaban las razones de las protestas.
Fuente:ambito.com