Potentado, explotador, perseguidor y genocida.

Por: Délfor “Pocho” Brizuela

La zona de Ledesma, provincia de Jujuy, como Libertador o Calilegua, conocen sus arrestos criminales, usando de su poderosa estructura empresarial, como tantos otros, para ser parte de la maquinaria del terrorismo de Estado.

La noche de los apagones, del 20 al 23 de julio del año 77 son la muestra de su activo protagonismo en la acción del terror dictatorial, que dejó el saldo de decenas de desapariciones que todavía reclaman justicia.

Mi amistad con la familia Aredez, allá por los difíciles años 79 y 80, a través de Luis, a quién conocí en mis años de estudiante en Tucumán. Ese vinculo me acercó a un ser excepcional, su mamá, la entrañable Olga y sus hermanos, Olguita, Adriana y Ricardo. Por ellas y ellos me empapé de la dolorosa historia familiar: la desaparición del esposo de Olga, el médico de los trabajadores Don Luis Ramón Aredez padre.

Olga era una especie de espanta olvido y espanta resignación. Era puro amor y lucha… una ternura insurrecta y simple, como mujer del norte postergado y rebelde.

Con mi tía Alba la acompañamos al final de los 80 y comienzo de los 90, en las jornadas para recordar los apagones y gritar la responsabilidad penal de Blaquier y exigir justicia.

Lejos del cinismo del poderoso empresario, Olga destilaba autenticidad, firmeza y corazón de luchadora.

Nos encontramos algunos jueves en Plaza de Mayo en Buenos Aires, y vino a La Rioja para los 20 años del asesinato y martirio de Angelelli, recordando con emoción la gran amistad que tenían con el jesuita Di Nillo, que también había sido padre misionero en Famatina, caminando las pastoral liberadora del obispo mártir.

Olga, no se rindió nunca, junto a las Madres de Plaza de Mayo de Jujuy y de cada lugar de la Patria, a pesar del cáncer y la enfermedad producida por el bagazo contaminante del Ingenio de Blaquier.

En la mitad de marzo del 2005 me sorprende Luis Aredez hijo y su hermana Olguita, llamándome a Chamical para pedirme que me llegue a Tucumán, cuanto antes, porque Olga quería que fuera a sacramentarla.

Esa misma tarde tome un colectivo a Patquía y allí el primero que pasara hacia Tucumán. Era de La Empresa La Estrella, que ya no existe.

Llegué tempranito al Jardín de la República y sin mediar espera ni pausa, llegué al departamento de la calle Lavalle casi Chacabuco, donde Olga espantaba la muerte con el amor al tope de la lucha y la resistencia.

Rezamos, celebramos los sacramentos, escuché su magisterio inmenso, con palabras que apenas podía pronunciar, pero que eran LA PALABRA.

Regresé a la tarde a Chamical. A los dos días falleció Olga….un 17 de marzo. Olga murió sembrando Memoria y luchando por la Verdad y la Justicia. Por eso vive y está presente!!!

Blaquier, verdugo impune de tantos jujeños, por una justicia de ojos vendados y ladeada para proteger a los poderosos…..murió…sin pena, ni gloria….

Pero la memoria sigue despierta en la siembra de Olga que grita
Justicia!!! Y no se calla.

Délfor “Pocho” Brizuela
Secretario de Derechos Humanos de La Rioja

By omalarc

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